Columna

Falta de pie

Nada desequilibra más a un tenista que le sancionen con una falta de pie cuando está a punto de perder su saque. En principio, nadie debe dudar de la ecuanimidad de los jueces. Se limitan a aplicar el reglamento, las reglas del juego. Pero algunas reglas parecen haber sido escritas sólo para ser aplicadas en determinadas ocasiones concretas, como ayer en Nurburgring, cuando el pequeño de los Schumacher fue penalizado con una parada de 10 segundos por pisar la raya al salir de boxes, cuando se disponía a pelearse por la primera plaza con su hermano mayor. Tal vez Ralf no hubiera ganado, ...

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Nada desequilibra más a un tenista que le sancionen con una falta de pie cuando está a punto de perder su saque. En principio, nadie debe dudar de la ecuanimidad de los jueces. Se limitan a aplicar el reglamento, las reglas del juego. Pero algunas reglas parecen haber sido escritas sólo para ser aplicadas en determinadas ocasiones concretas, como ayer en Nurburgring, cuando el pequeño de los Schumacher fue penalizado con una parada de 10 segundos por pisar la raya al salir de boxes, cuando se disponía a pelearse por la primera plaza con su hermano mayor. Tal vez Ralf no hubiera ganado, pero la decisión de los comisarios impidió que se supiera cuán cerca están los Williams de los Ferrari.

Debe de ser una cuestión de jerarquía. El motor BMW supera claramente al Mercedes-Illmor, pero pese al evidente declive de McLaren, la escudería Williams todavía no ha recuperado el peso que tuvo en otros tiempos no tan lejanos. Como en todo, la autoridad y el poder cuando se tiene se ejerce, y los comisarios de la fórmula 1 no están hechos de una materia diferente. El dominio del binomio Michael Schumacher-Ferrari es tan abrumador esta temporada que puede permitirse el lujo de dejar tirado un coche en la vuelta de calentamiento, llegar a tiempo en moto -una BMW, por cierto- a los boxes para coger el muleto y ganar la carrera. Cuando sea Williams el que domine, tal vez sea a Ferrari al que se le señale una falta de pie.

En el ecuador de la temporada el panorama aparece despejado. El campeón repetirá, de eso quedan pocas dudas. No está tan claro que el escocés David Coulthard aguante en la segunda plaza si su McLaren no mejora mucho. Los Williams siguen aumentando su fiabilidad y ahora acaban las carreras sin más problemas que los que puedan sembrar los comisarios de carrera o los derivados de la excesiva fogosidad del colombiano Juan Pablo Montoya, ayer disfrazado de chico bueno y conservador después de que Frank Williams le leyera la cartilla y le tirara de las orejas. Por lo demás, Mika Hakkinen parece haber perdido la ambición y el brasileño Rubens Barrichello, la voluntad de demostrar que podía competir con Michael Schumacher dentro de Ferrari.

A estas alturas del campeonato, los abandonos son muchos menos. Ayer, los tres grandes ocuparon las seis plazas que dan acceso a los puntos. Por detrás se confirma la sorpresa: Jaguar, que desde la llegada de Pedro Martínez de la Rosa ha dado un impresionante salto cualitativo. No tuvo problemas el español para controlar a todo un Jacques Villeneuve. Los motores Honda siguen sin salir de la mediocridad, tanto montados en los BAR como en los Jordan. El resto del pelotón ve cómo se deshincha relativamente la sorpresa Sauber y aguantan razonablemente Arrows y Prost.

Ahora sabemos también por qué Renault no ha querido competir este año bajo su nombre y ha preferido mantener la denominación Benneton pese a ser la propietaria del equipo. La apuesta revolucionaria necesitaba un año en el infierno. En cuanto a Minardi, las últimas deserciones de ingenieros y técnicos han paralizado completamente la evolución del equipo, que se limita a rodar. No es poco para Fernando Alonso, que tiene así un año para ir aprendiéndose los circuitos y poco más. Esperemos que sean ciertos los rumores que le colocan junto a Fisichella en el equipo oficial Renault la temporada próxima.

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