Reportaje:

El Barquero, la obsesión de Scotland Yard en Marbella

El cerebro del robo del diamante más valioso del mundo vivía en la 'milla de oro' como un honrado padre de familia

John Shafford, superintendente de Scotland Yard, apretó el botón de su vídeo y en la improvisada pantalla montada el pasado 24 de mayo en la comisaría de policía de Marbella aparecieron en plena faena los 12 autores del robo frustrado de diamantes más osado de la historia, un golpe perpetrado hace seis meses en la Cúpula del Milenio, la gigantesca bóveda conmemorativa levantada por el Gobierno laborista en Greenwich, al sureste de Londres, a orillas del Támesis.

Shafford les había retratado en el lugar del crimen días antes de que intentaran apoderarse de la estrella del milenio,...

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John Shafford, superintendente de Scotland Yard, apretó el botón de su vídeo y en la improvisada pantalla montada el pasado 24 de mayo en la comisaría de policía de Marbella aparecieron en plena faena los 12 autores del robo frustrado de diamantes más osado de la historia, un golpe perpetrado hace seis meses en la Cúpula del Milenio, la gigantesca bóveda conmemorativa levantada por el Gobierno laborista en Greenwich, al sureste de Londres, a orillas del Támesis.

Shafford les había retratado en el lugar del crimen días antes de que intentaran apoderarse de la estrella del milenio, una pieza única de 203 quilates tallada en forma de pera, y de otros 11 raros diamantes azules valorados en 350 millones de libras (100.000 millones de pesetas) que la compañía De Beers, la más prestigiosa en piedras preciosas, exponía a miles de visitantes con el patrocinio del Ayuntamiento de Londres y la Real Casa de la Moneda.

Compró en 1999 una villa de 100 millones y se paseaba en un Mercedes descapotable

Todos los ladrones que aparecían en pantalla estaban entre rejas, menos uno, un hombre rubio, de ojos claros, 1,85 de estatura y complexión fuerte, que en la película se subía a una excavadora, con la que la banda derribó días después las puertas de acceso a la Cúpula del Milenio, y preparaba una lancha rígida en aguas del Támesis dispuesta para la fuga. Shafford le bautizó como El Barquero.

El superintendente de la policía londinense marcó con un puntero a este hombre y lo definió como el cerebro del grupo de delincuentes británicos que había intentado 'el mayor robo del mundo'. Manuel Barrera, jefe de grupo de la Unidad Contra el Crimen Organizado (UDYCO), y sus hombres observaron a James Michel Hurley, de 46 años. Antes de detenerlo tenían la oportunidad de verlo en acción y rebobinado.

A las ocho de la mañana del día 25, mientras Shafford y otros tres agentes de Scotland Yard aguardaban en comisaría, los agentes de la UDYCO vigilaban el chalet de Hurley en el número 14 de la calle del Mar, en Río Verde, una exclusiva urbanización de lujo ubicada en la denominada milla de oro, junto a Puerto Banús. Se abrió la puerta mecánica y Michael, vestido con vaqueros y una camiseta blanca, dirigió su Mercedes azul 320 SL descapotable en dirección a Nueva Andalucía, donde, tras dejar a sus dos hijos en la parada del autobús, desayunaba cada día.

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Cuando iba a tomar asiento en la terraza del café La Tahona Tea Room, frente a la plaza de toros, dos agentes españoles lo abordaron y le pidieron que se identificara. La tarjeta de presentación de Hurley fue una carrera de gacela que acabó a los 300 metros con El Barquero en el suelo, esposado a punta de pistola. 'Se tuvieron que emplear a fondo', dice Carlos Vázquez, comisario jefe de la UDYCO.

La orden de detención para la extradición al Reino Unido de Hurley, un tranquilo padre de familia que residía en Marbella desde hacía tres años, describe con minucioso detalle el fallido golpe, al estilo James Bond, de los 12 hombres que intentaron robar la docena de diamantes más valiosos del planeta. A las ocho de la mañana del pasado 7 de noviembre, tres hombres que vestían trajes de amianto y protegían su rostro con máscaras de oxígeno se subieron a una excavadora y otros tres se dirigieron en una furgoneta hasta las puertas de acceso a la Cúpula del Milenio. En la orilla norte del Támesis, frente a la bóveda, otros dos calentaban los motores de una motora.

El conductor de la excavadora derribó en el primer intento las vallas dobles del recinto y logró atravesar después las enormes puertas de cristal del Millennium Dome. En los alrededores, 64 visitantes, entre ellos un colegio de niños, se disponían a entrar en la cúpula cuando la banda de Hurley lanzó botes de humo y petardos para crear confusión. Los hombres de las máscaras golpeaban con mazos y taladros de seis pulgadas los cristales que aislaban la colección de diamantes en el preciso instante en el que policías disfrazados de personal de limpieza sacaron sus armas de los cubos de las fregonas y los redujeron sin disparar un solo tiro. Llevaban semanas esperándolos y grabándolos a placer en sus visitas a la cámara de cristal frente a la que observaban ensimismados la pera de 203 quilates, tallada con tecnología láser, y los otros 11 diamantes, sustituidos semanas antes por vulgares piezas de cristal.

Toda la banda cayó en el acto, otros tres miembros fueron detenidos al este de Londres, pero Hurley, nacido en el barrio de Stepnei, se esfumó. Desde entonces, El Barquero era la obsesión del superintendente Shafford.

La policía británica y la española creen que Hurley se había refugiado en España tras el sonoro fracaso, pero el británico vive en Marbella desde hace tres años. El presunto cerebro del robo compró su lujoso chalé de dos plantas en abril de 1999 a un empresario libanés dedicado a la venta de lámparas. Durante dos años, una constructora local lo restauró entero y Hurley supervisó día a día las obras. Hasta entonces vivía alquilado junto a su esposa, Joan Aldrich, de 31 años, y sus dos hijos.

Hurley inauguró su casa de dos plantas meses antes del asalto a la Cúpula del Milenio, y entonces sus viajes al Reino Unido fueron frecuentes. La villa, valorada hoy en más de 100 millones de pesetas y ubicada frente a la de la artista Bárbara Rey, la adquirió a una inmobiliaria de Elviria, localidad próxima a Marbella.

El Barquero gozaba de tiempo libre para preparar el asalto a la colección de diamantes. Boxeaba contra un saco en su jardín, en calzón corto y pecho descubierto; jugaba con sus hijos en Playa Fantástica, a 100 metros de su villa; paseaba en una gigantesca moto de tres ruedas; convocaba a su casa a otras parejas con niños, y comía frente al mar en un chiringuito de lujo. La dueña lo describe así: 'Es un padrazo. Jugaba con sus hijos durante horas. Algo excepcional'.

Sin antecedentes penales, se entretuvo en pleitos con su poderoso vecino el príncipe Badu por talar varios pinos que daban sombra al árabe. Pese a que ya hablaba español, no se relacionaba con sus vecinos. Sólo con Manuel, su jardinero.

Separado de su esposa, que reside en la misma zona, convivía con una joven británica que al abrir la puerta de la villa niega conocerle. Al instante, un gigante inglés, con la cabeza rapada y cuadrado como un armario, se dirige al periodista, y, cuando éste pide hablar con el abogado de Hurley, responde con un puñetazo y se aleja gritando: 'Mi amigo está en la cárcel por vosotros'. El Barquero aguarda su destino en Alhaurín de la Torre, localidad situada a 20 kilómetros de Málaga, y pasea a la sombra junto a 1.400 reclusos.

En esta villa, en Marbella, vivía el presunto cerebro del robo de la Cúpula del Milenio en Londres.JULIÁN ROJAS

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