Pactar con el diablo

A Convergència i Unió le sucede como al apuesto Dorian Gray. El conjuro mágico, su pacto tácito con el Partido Popular, le permite mantenerse en el poder, superar votaciones, salvar comisiones de investigación o evitar la reprobación de consejeros. Pero el retrato de CiU, el fresco que aparece ante su electorado, ve cada día surcado su rostro por nuevas arrugas que lo afean y lo avejentan. Los nacionalistas de CiU aparecen al final del pujolismo atados de pies y manos al PP. Ayer por la mañana, el conseller en cap, Artur Mas, tuvo tres acalorados y gesticulantes encuentros en los pasill...

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A Convergència i Unió le sucede como al apuesto Dorian Gray. El conjuro mágico, su pacto tácito con el Partido Popular, le permite mantenerse en el poder, superar votaciones, salvar comisiones de investigación o evitar la reprobación de consejeros. Pero el retrato de CiU, el fresco que aparece ante su electorado, ve cada día surcado su rostro por nuevas arrugas que lo afean y lo avejentan. Los nacionalistas de CiU aparecen al final del pujolismo atados de pies y manos al PP. Ayer por la mañana, el conseller en cap, Artur Mas, tuvo tres acalorados y gesticulantes encuentros en los pasillos del Parlament con el líder del PP en Cataluña, Alberto Fernández Díaz. El Partido Popular mantuvo en vilo a CiU hasta el último minuto.

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El final, no obstante, estaba escrito. Los aguijones españolistas del PP se cebaron sobre el soberanista consejero de Medio Ambiente, Felip Puig, por no hacer a tiempo los deberes sobre el plan director de campos de golf de Cataluña. Pero en lo realmente importante, en la propuesta de creación de una comisión investigadora sobre el caso Turismo, cerraron filas con CiU. Los nacionalistas catalanes superaron el trámite con la incertidumbre de no saber si desgasta más una comisión investigadora o un pacto con el diablo.

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