OPINIÓN DEL LECTOR

Homenaje a una luchadora

Trinidad Sánchez-Pacheco ya no está entre nosotros. Su ausencia ha dejado un gran vacío en quienes la conocieron y frecuentaron, ya fuera en el ámbito personal o en el profesional. Muchas de estas personas nos hemos reunido para rendir tributo a su memoria y nos hemos dado cuenta de que no la hemos perdido del todo, porque esta gran mujer, culta, curiosa, alegre, generosa, comprometida y luchadora nos ha dejado muchas lecciones de vida que no deseamos olvidar.

Su última batalla consistió en intentar hacer recapacitar a los responsables del proyecto del nuevo Museo de Artes Aplicadas, un...

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Trinidad Sánchez-Pacheco ya no está entre nosotros. Su ausencia ha dejado un gran vacío en quienes la conocieron y frecuentaron, ya fuera en el ámbito personal o en el profesional. Muchas de estas personas nos hemos reunido para rendir tributo a su memoria y nos hemos dado cuenta de que no la hemos perdido del todo, porque esta gran mujer, culta, curiosa, alegre, generosa, comprometida y luchadora nos ha dejado muchas lecciones de vida que no deseamos olvidar.

Su última batalla consistió en intentar hacer recapacitar a los responsables del proyecto del nuevo Museo de Artes Aplicadas, un proyecto anticuado y obsoleto antes aún de haber visto la luz, y en divulgar sus propias ideas al respecto, ideas que tanto profesionales de la cerámica, de los museos y de la cultura en general compartimos.

Trinidad dedicó gran parte de su vida a la reforma, modernización y difusión del Museo de Cerámica de Barcelona, y no lo hizo sola, sino rodeada de un gran equipo que aún hoy sigue al frente del museo. Su talante socialista, no únicamente de nombre, sino de facto, la impulsó a creer en el espíritu de equipo y a llevarlo a la práctica en la gestión diaria del museo, compartiendo con sus compañeros todas las grandes decisiones. Este método de trabajo choca, sin embargo, diametralmente con el de los gestores del Ayuntamiento de Barcelona, que han tomado la decisión de crear un Museo de Artes Aplicadas que absorberá al Museo de Cerámica, el Museo Textil y de la Indumentaria y el Museo de Artes Decorativas, sin consultar, ni siquiera reunir para informar, a los responsables de dichos museos, ni a los Amigos de los Museos, ni a la Junta de Museos de Cataluña.

Esta iniciativa, que va en contra de la tendencia actual de especialización de los museos, pretende dejar las más de 20.000 piezas del Museo de Cerámica en manos de una sola conservadora; de los 17.000 tapices, alfombras y trajes de época del Museo Textil se encargará una sola directora conservadora, y dota de más personal al museo cuya colección posee menos envergadura e importancia, el de Artes Decorativas. Hasta ahora, la plantilla de ambos museos era la más numerosa, por supuesto, y aun así, apenas suficiente para manejar tamañas colecciones.

Hay que reseñar, por otra parte, que la colección de cerámica del museo barcelonés es la más importante del mundo de cerámica española, y que es el tercer museo más visitado de Barcelona. Cuenta además con un taller para la enseñanza de la cerámica y con una sala de exposiciones para la cerámica contemporánea, que ha promovido la obra de muchos de nuestros ceramistas más destacados. Con todos estos datos nos preguntamos por qué no se destinan los fondos y los esfuerzos municipales a crear un Museo del Diseño, algo de lo que Barcelona carece, y no a empobrecer los ya existentes.

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