Elecciones en el País Vasco

La tecla equivocada

Predecir el pasado resulta infinitamente más sencillo que adivinar el porvenir. Por eso, ante la avalancha de interpretaciones a toro pasado de lo que casi nadie percibió, conviene hacer un ejercicio de humildad y singularizar dentro del fallo general el particular a la hora de prever la magnitud de la movilización electoral y del triunfo del nacionalismo gobernante en el País Vasco. Es a partir del reconocimiento de esta sorpresa cuando cabe extraer alguna clave significativa de lo sucedido el pasado domingo. El veredicto de las urnas ha vuelto a confirmar que la sociedad vasca es plural en l...

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Predecir el pasado resulta infinitamente más sencillo que adivinar el porvenir. Por eso, ante la avalancha de interpretaciones a toro pasado de lo que casi nadie percibió, conviene hacer un ejercicio de humildad y singularizar dentro del fallo general el particular a la hora de prever la magnitud de la movilización electoral y del triunfo del nacionalismo gobernante en el País Vasco. Es a partir del reconocimiento de esta sorpresa cuando cabe extraer alguna clave significativa de lo sucedido el pasado domingo. El veredicto de las urnas ha vuelto a confirmar que la sociedad vasca es plural en lo ideológico, pero también compleja en múltiples facetas. Reiterarlo no es una obviedad, porque tiene consecuencias importantes. Una sociedad compleja no reacciona de forma predecible a estímulos primarios. Cuando en ella se pulsa una tecla, el sonido que surge no siempre es el deseado, ni el mismo que se obtiene en otro colectivo social, y muchas veces resulta discorde.

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Ser el político mejor valorado fuera del País Vasco no asegura la misma consideración en la comunidad autónoma. De la misma forma que la política de demolición desarrollada masivamente para forzar la salida del PSOE del poder, que tuvo éxito en el conjunto de España, puede conseguir efectos contraproducentes en Euskadi o Cataluña. Quizá nunca podrá medirse con exactitud qué parte del inesperado respaldo obtenido por la coalición PNV-EA cabe atribuir a un voto de simpatía y qué parte al voto de rechazo a la posibilidad de que la alternancia se verificara de acuerdo al guión tremendista interpretado por algunos voceros. No le falta razón a la alcaldesa de Lasarte, Ana Urchueguía, cuando se lamenta de que sus conciudadanos tengan más miedo al cambio que al propio miedo. Pero pretender que el conjunto de una sociedad satisfecha como la vasca actúe según las claves íntimas de los colectivos que malviven con la amenaza terrorista supone desconocer la naturaleza humana.

Arzalluz, que es zorro viejo y conoce algo al paisanaje, ha aplazado cualquier iniciativa hasta 'averiguar quién nos ha votado y por qué'. Después de haber visto de cerca las orejas a la alternancia, no quiere arriesgarse a tocar ahora la tecla equivocada.

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