Un menor pierde tres dedos al estallarle una petaca llena de pólvora

Damián P. G., de 17 años, resultó ayer herido de gravedad tras explotarle en la mano una petaca metálica llena de pólvora negra que estaba manipulando. La explosión le produjo la amputación traumática de los dedos pulgar, índice y corazón de su mano izquierda, además de quemaduras de primer grado en el pecho, la cara y la mano derecha. Una ambulancia del Samur-092 trasladó al joven hasta el hospital de La Paz, donde quedó ingresado. Un portavoz del servicio de emergencia municipal señaló: 'Salvo la amputación de los dedos, el estado general del muchacho es bueno, está consciente y su vida no c...

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Damián P. G., de 17 años, resultó ayer herido de gravedad tras explotarle en la mano una petaca metálica llena de pólvora negra que estaba manipulando. La explosión le produjo la amputación traumática de los dedos pulgar, índice y corazón de su mano izquierda, además de quemaduras de primer grado en el pecho, la cara y la mano derecha. Una ambulancia del Samur-092 trasladó al joven hasta el hospital de La Paz, donde quedó ingresado. Un portavoz del servicio de emergencia municipal señaló: 'Salvo la amputación de los dedos, el estado general del muchacho es bueno, está consciente y su vida no corre ningun riesgo'.

El suceso se produjo a las 20.40 en la vivienda del menor, sita en la calle de Juan de Urbieta (distrito de Retiro). Al escuchar la explosión, los vecinos temieron estar viviendo un nuevo atentado de la banda terrorista ETA. Las primeras noticias, en medio de la confusión de avisos a los cuerpos de seguridad y los bomberos, hablaban de diversas posibles causas de la deflagración: un escape de gas, la manipulación de algún juego de química o una bomba de ETA. Los primeros en recibir el aviso fueron los bomberos, que desplazaron al lugar de la explosión cuatro dotaciones. El Samur-092 destacó otras tantas ambulancias, y también estuvieron presentes los técnicos en desactivación de explosivos (Tedax) del Cuerpo Nacional de Policía.

Un regalo

Posteriormente, los efectivos policiales pudieron comprobar que sólo había un herido: un menor de 17 años que había perdido tres dedos de la mano izquierda. Según fuentes policiales, la explosión cogió de improviso al muchacho cuando enseñaba a un amigo un regalo que le había traído de Marruecos un tío suyo: una petaca metálica cargada de pólvora, de las que se utilizaban antaño para cargar armas de avancarga -la pólvora se introduce directamente por el cañón-. Las mismas fuentes señalaron que el estallido se produjo cuando el menor intentaba desenroscar el tapón de la petaca.

A los vecinos del inmueble de la calle de Juan de Urbieta se les puso el corazón en un puño al escuchar la fuerte detonación. María, una vecina residente justo en el piso inferior, seguía presa de los nervios dos horas después del suceso. 'Ha sido igual que una bomba, mire usted, y como están las cosas como están, pues ya ve', comentaba.

Todavía sobrecogida por el susto, María explicaba que la explosión tuvo lugar en las habitaciones externas del cuarto piso y que en la vivienda no se encontraban los padres del chaval. 'Ella trabaja y el padre también', apostilló. María hacía tiempo que no veía al joven. 'Pero, con 17 años, ya sabía lo que hacía jugando con esas cosas'.

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