Cartas al director

Réplica

Agradezco al embajador de la República de Croacia, Frane Krnic, sus elogios a mi persona (El juicio a Milosevic, carta al director del 27 de abril). Pero no comparto su preocupación por los 'demócratas serbios', entre los que me incluye y que, según afirma, coincidirían con los ultranacionalistas en defender que Milosevic debe ser juzgado en Yugoslavia y no en La Haya. Hay una diferencia que se le escapa al embajador: los demócratas serbios reclamamos que se juzgue a Milosevic, ya sea en La Haya o en Belgrado. Los ultranacionalistas serbios se oponen a que Milosevic responda por sus crí...

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Agradezco al embajador de la República de Croacia, Frane Krnic, sus elogios a mi persona (El juicio a Milosevic, carta al director del 27 de abril). Pero no comparto su preocupación por los 'demócratas serbios', entre los que me incluye y que, según afirma, coincidirían con los ultranacionalistas en defender que Milosevic debe ser juzgado en Yugoslavia y no en La Haya. Hay una diferencia que se le escapa al embajador: los demócratas serbios reclamamos que se juzgue a Milosevic, ya sea en La Haya o en Belgrado. Los ultranacionalistas serbios se oponen a que Milosevic responda por sus crímenes de guerra ante juzgado alguno.

Tal como el embajador espera de mí, estoy de acuerdo 'en que la democracia, entre otras cosas, supone la verdad'. Pero, por lo visto, no acabamos de ponernos de acuerdo en qué sea la verdad. Frane Krnic sólo habla de la verdad de los números; yo creo que la verdad también atañe a las responsabilidades políticas y jurídicas de todos los que han participado en la destrucción de Yugoslavia y en las limpiezas étnicas. El embajador sólo ofrece una cifra: en 1995, según recoge de una información de Politika, el diario oficialista serbio, fueron expulsados 126.000 serbios de la Krajina croata. Pero el número oficial de los refugiados serbios procedentes de Croacia es aún impreciso, como lo afirma el Comisariado para los Refugiados de la República de Yugoslavia, que invitó a todos los refugiados serbios a inscribirse en el censo nacional entre el 15 de marzo y el 11 de abril de 2001. Durante el régimen de Milosevic, la mayoría de los llegados de Croacia no quiso registrarse por miedo a ser enviados a combatir en Bosnia o a colonizar Kosovo. Los datos que he manejado proceden del libro El honor del guerrero. Guerra étnica y conciencia moderna, cuyo autor, Michael Ignatieff, se basó en las cifras del Comité Internacional de la Cruz Roja: 'Una de las grandes paradojas de aquella guerra fue que el mayor acto de la limpieza étnica -el que realizaron los croatas en la Krajina devolviendo a Serbia seiscientos mil serbios- se perpetró contra el pueblo responsable ante el mundo entero de haber introducido tan odioso término en el lenguaje'. (Taurus, 1999, página 135.)-

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