OPINIÓN DEL LECTOR

De segunda

Hace un par de semanas fui invitada al estreno de una película de un director mexicano al que admiro mucho y de la productora más ¿glamourosa? del panorama audiovisual. Tomé la decisión de ir porque ya está una cansada de que la tilden de 'antigüedad' (no voy nunca a este tipo de eventos), así que propuse a un amigo acompañarme al 'estrenón'.

Al llegar, muchedumbre de gentes, periodistas, focos, etcétera, y, después de jugarnos el tipo para llegar al acceso de entrada, e invitación en mano, atravesamos una fila de matones al más puro estilo americano, pero desgraciadamente con es...

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Hace un par de semanas fui invitada al estreno de una película de un director mexicano al que admiro mucho y de la productora más ¿glamourosa? del panorama audiovisual. Tomé la decisión de ir porque ya está una cansada de que la tilden de 'antigüedad' (no voy nunca a este tipo de eventos), así que propuse a un amigo acompañarme al 'estrenón'.

Al llegar, muchedumbre de gentes, periodistas, focos, etcétera, y, después de jugarnos el tipo para llegar al acceso de entrada, e invitación en mano, atravesamos una fila de matones al más puro estilo americano, pero desgraciadamente con ese aire que le damos aquí de provincialismo. El acomodador nos espeta: 'Esto es de otra sala. Salgan a la calle y a mano izquierda, sala 2'.

Nos miramos. A mí no me cerraba la boca. Otra vez atravesamos la fila de bodyguards, y, ya en Gran Vía, una puerta señalaba la sala 2. Nos introdujimos, bajamos unas escaleras, llegamos a un sótano y finalmente a nuestras localidades (menos mal que estaban numeradas). Supe que estaba en una butaca de clase turista cuando en la pantalla de la sala nos proyectaban la entrada de 'los de primera'. Las ricas y famosas. Nosotros, en segunda, teníamos el consuelo de, aunque no directamente, sí participar en el acto, aunque fuera como meros espectadores de uno de esos programas del corazón.Yo, calladita por no darle la noche a mi acompañante, que además defiende la idea de que hay que ir a estos estrenos a relacionarse -ver y ser vistos-, pero a mí me estaba pareciendo todo cutrísimo. Y de pronto, para consuelo de nuestra sala, como un rayo entraron tres actores del reparto, que en menos de cinco minutos nos agradecieron el estar allí para su estreno (en la sala bussines class ocurría lo mismo, pero era el productor el que agradecía a los invitados).

Yo, el síndrome de la clase turista lo tenía ya avanzadísimo y sólo pensaba en volver a casa, pero comenzó la proyección, en la que hubo desde fallos de sonido (la banda sonora se oía más que los diálogos de los actores) hasta cortes entre cambio de rollo... ¡Y todavía nos quedaba la fiesta en la disco!

Y para allá que fuimos. Después de tremenda cola en la puerta del local, y permitir, como antaño, que un portero mal educado y violento nos autorizara el acceso, pasamos.

Y yo que pensaba que el clasismo había terminado... Y no había visto aún nada, porque también en aquel lugar había zona VIP, y en la puerta, dos bodyguards impresionantes cuidaban de que sólo entraran los VIP con una invitación especial. Ésa fue la gota que colmó el vaso, porque, señores míos, ¿qué necesidad hay de montar un estreno paralelo y de segunda? ¿De quién protegían a los famosos? Se supone que todos somos invitados.

Pienso que si no te cabe la gente a la que quieres invitar a un estreno, pues no caben, pero los que están participan de todo. Me parece feísimo que por organizar 'el estrenón' unos entren por la principal y otros por la de servicio. Es poco protocolario. Rara sociedad ésta en la que, pese a la modernidad que algunos defienden, seguimos estructurando hasta un estreno por categorías. Pero claro, de qué me extraño si contando esta batallita a unos amigos me dijeron que 'por lo menos había estado allí'.

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