Reportaje:

En recuerdo del clamor camaronero

El primer concierto que celebra el 25º aniversario de EL PAÍS reúne a varios herederos del arte de Camarón

Hace 11 años, Camarón de la Isla cantó por penúltima vez en el Palacio de Deportes de Madrid. Sólo 12 meses después, hace ahora 10 años, repitió la faena y demostró que el flamenco podía llegar a triunfar en los auditorios más grandes sin que se resintieran un ápice el sentimiento ni la calidad. El paso del flamenco como arte de patio a espectáculo de masas estaba dado.

En ese mismo lugar, el próximo jueves 3 de mayo, a beneficio de Save the Children y para celebrar el 25º aniversario de EL PAÍS, se van a reunir varias estrellas flamencas, viejos amigos de Camarón a la vez que herederos...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Hace 11 años, Camarón de la Isla cantó por penúltima vez en el Palacio de Deportes de Madrid. Sólo 12 meses después, hace ahora 10 años, repitió la faena y demostró que el flamenco podía llegar a triunfar en los auditorios más grandes sin que se resintieran un ápice el sentimiento ni la calidad. El paso del flamenco como arte de patio a espectáculo de masas estaba dado.

En ese mismo lugar, el próximo jueves 3 de mayo, a beneficio de Save the Children y para celebrar el 25º aniversario de EL PAÍS, se van a reunir varias estrellas flamencas, viejos amigos de Camarón a la vez que herederos espirituales y continuadores de su amor por el riesgo, que intentarán repetir aquel ambiente de lujo: el cantaor José Mercé, el guitarrista Raimundo Amador y el trío Ketama, formado por Antonio, Juan y Josemi Carmona.

Más información

Estas dos críticas de Ángel Álvarez Caballero dan idea de la atmósfera que rodeó aquellas actuaciones del genio.

16 de mayo de 1989. 'Y Camarón volvió por sus fueros en medio de un tumulto del diablo. El de la Isla, superando el guirigay, quizá motivado por él, y en su afán de hacerse oír, pese al griterío, elevó el vuelo del águila de que sólo son capaces los genios y cantó como hacía muchos años no le escuchaba. Con fuerza, con la voz fresca y vibrante, queriendo cantar bien y haciéndolo, pese a las circunstancias, en palos tan difíciles y poco adecuados al clima que se había creado como el taranto y la cartagenera, quiso cantar bien, extraordinariamente bien, y pudo. Y en la soleá, y en los tangos, y en las bulerías, hizo cosas hermosísimas, nos regaló melismas inéditos y bellos, y se lanzó a tumba abierta a la insondable jondura a que sólo son capaces de llegar unos pocos privilegiados del cante'.

4 de mayo de 1990. 'Lo de Camarón fue lo de siempre: el tumulto, el griterío, el zambullirse en la fiesta a tumba abierta. Sale el cantaor y el clamoreo es ensordecedor. Se sienta, se templa por alegrías y el clamor de nuevo. Toda su actuación fue así, intermitentemente cortada por el público, entregado de antemano. Durante una hora cantó con fuerza, con ganas, pero también con esa sabiduría increíble que hace de él una figura aparte en el flamenco actual. Porque, al margen del clima sociológico que genera cada una de sus actuaciones, la verdad es que Camarón es virtuoso del mejor cante, que conoce de maravilla, interpreta con jondura y desgarro, y transmite como nadie'.

Mercé, que en cierto modo ha sustituido a Camarón en el alma de la afición gitana, y que, como él, llega también a todo tipo de audiencias (ha vendido ya 300.000 copias de su último disco, Aire), cree que hay que agradecer al cantaor de San Fernando que abriera al flamenco las puertas del gran público: 'Cuando éramos jóvenes, hace 30 años, nos trataban como a putas; éramos los cantaores privados de los señoritos, los golfos, los marginados. Desde Mairena y Sordera y, sobre todo, Camarón, el flamenco ha cogido mucha dignidad. Ahora todo depende sólo de nosotros; terminamos de actuar y hacemos lo que nos da la gana, no tenemos que aguantar a nadie ni buscarnos la vida en las ventas. Es otro rollo. Ahora hasta vamos a las nueve de la mañana a la cadena Dial, y las multinacionales nos hacen promoción. Antes grababas un disco y no se enteraba nadie'.

Antonio Carmona también recuerda con emoción aquel último concierto de su amigo José en el recinto donde Ketama alcanzó su consagración en 1995, al presentar De akí a Ketama, con Raimundo Amador, ante 11.000 personas. 'Siempre se decía que no llegaba, que si había cogido un avión a no sé dónde, que tal y cual, pero el caso es que nunca pinchaba, salía y formaba una revolera que no veas'.

'Aquella mezcla de público que había', sigue Carmona, 'un punki y un abogado, todos los gitanos de Madrid, estudiantes y gente mayor, nos abrió el camino a los demás. Nuestro primer lleno fue una satisfacción enorme, porque a partir de ese día se empezó a reconocer nuestra labor de tantos años, empezamos a vender discos y a ser respetados de verdad. Me acuerdo de que hice una foto del palacio y había una humareda gigantesca'.

El cantante de Ketama y Mercé coinciden en que, de todos modos, lo mejor del concierto del día 3 va a ser la labor humanitaria. 'Esto no es para nosotros', dice Mercé, 'esto es para los children que están malitos'. 'Es una cosa superespecial', dice Carmona. 'Y la vamos a formar'.

José Mercé.CARLOS SERRANO
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En