A todo ritmo... ¡desde Taiwan!

La historia no tiene desperdicio: al mismo tiempo que aprendían a manejar sus instrumentos favoritos, los hermanos Tono (batería) y Luis Cabedo (voz y bajo) decidieron formar su propio grupo de rock. Corría el año 1995 y ni siquiera habían entrado en la adolescencia: el primero tenía sólo 10 años de edad, uno menos que el otro. Su padre, profesor de música en una academia, les presentó a Carles Campos, que congenió con los hermanos y entró a formar parte del grupo como guitarrista. Borja Mompó (voz y guitarra) fue el último en unirse a la banda, bautizada con el nombre de Los Piston. Entusia...

La historia no tiene desperdicio: al mismo tiempo que aprendían a manejar sus instrumentos favoritos, los hermanos Tono (batería) y Luis Cabedo (voz y bajo) decidieron formar su propio grupo de rock. Corría el año 1995 y ni siquiera habían entrado en la adolescencia: el primero tenía sólo 10 años de edad, uno menos que el otro. Su padre, profesor de música en una academia, les presentó a Carles Campos, que congenió con los hermanos y entró a formar parte del grupo como guitarrista. Borja Mompó (voz y guitarra) fue el último en unirse a la banda, bautizada con el nombre de Los Piston. Entusiasmados con la idea de emular a sus artistas favoritos, los jóvenes ofrecieron sus primeros conciertos y registraron una maqueta que Annie Tseng, madre de los hermanos Cabedo, se encargó de difundir con la esperanza de llamar la atención de algún mánager profesional. 'Los chavales tenían mucha ilusión y quise ayudarles. Llamé a todas las puertas que pude y envié la maqueta a las principales discográficas españolas, pero nadie mostró ningún interés por el grupo', explica Tseng. Entonces decidió probar suerte en su país de origen y envió varias grabaciones a sellos de Taiwan. Contra todo pronóstico, poco tiempo después un representante del sello Rock Records contactó con los valencianos para ofrecerles un contrato. El grupo, eso sí, debía aceptar ciertas condiciones: cantar en mandarín y viajar a Taiwan para los compromisos promocionales.

El primer obstáculo, dado que ninguno de los músicos conocía el idioma oficial de Taiwan, se solventó con la ayuda de su mánager (encargada de realizar la adaptación de sus letras en mandarín) y de un equipo de profesionales enviados por su discográfica a Valencia para enseñarles a cantar correctamente en aquel idioma las letras de sus propias canciones. Así, bajo la supervisión técnica del prestigioso productor Vicente Sabater, Los Piston grabaron su primer álbum que con cinco temas en mandarín y siete en castellano, fue publicado en Taiwan a principios de verano de 2000. La aventura no había hecho más que empezar. 'Llegamos a Taiwan sabiendo que debíamos hacer algunas entrevistas y conciertos, pero... lo que ocurrió fue algo increíble: nos despertaban todos los días muy temprano y nos llevaban de un sitio a otro para promocionar el disco, casi no teníamos tiempo ni para comer. Un día, por ejemplo, fuimos a 10 emisoras de radio, después dimos un concierto para unos 5.000 fans y, para rematar el día, tocamos en un estadio ante casi 50.000 espectadores como teloneros de May-Day, uno de los grupos más famosos de allí', recuerda Luis Cabedo. Al final de aquel agotador verano, los cuatro músicos habían ofrecido más de un centenar de entrevistas, habían actuado ante miles de aficionados y, en definitiva, habían acabado convirtiéndose en auténticas estrellas del pop.

Las noticias del éxito de la banda en Taiwan llegaron a España a finales de 2000 y, esta vez sí, tras haber despachado ya 200.000 copias de su álbum de debú, varias discográficas españolas comenzaron a tentar con suculentas promesas a los jóvenes. Se decantaron por el sello Dro, que acaba de poner en circulación el disco Los Piston con todos los temas en castellano ('excepto dos, por curiosidad, porque en España casi nadie nos ha escuchado cantar en mandarín', afirman) y remasterizados. Mientras, a muchos kilómetros, miles de fans orientales aguardan con auténtico fervor las nuevas canciones de los valencianos.