Tribuna

Gran Partido

Esto es otra cosa. Al segundo día, apareció el baloncesto de verdad y la Copa cogió la altura deseada. Unicaja y Real Madrid ofrecieron un espectáculo acorde con la importancia del evento y jugado en medio de un ambiente terrorífico. Ganó el Madrid porque en el momento más complicado, en el instante que menos se esperaba, apareció Herreros. No vive momentos felices Alberto. Ha perdido minutos, protagonismo y puede que hasta confianza. Tampoco en el partido de ayer había llamado la atención, axfisiado por la defensa al límite que puso en prácitca Unicaja. Pero en el momento de la verdad, Herrer...

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Esto es otra cosa. Al segundo día, apareció el baloncesto de verdad y la Copa cogió la altura deseada. Unicaja y Real Madrid ofrecieron un espectáculo acorde con la importancia del evento y jugado en medio de un ambiente terrorífico. Ganó el Madrid porque en el momento más complicado, en el instante que menos se esperaba, apareció Herreros. No vive momentos felices Alberto. Ha perdido minutos, protagonismo y puede que hasta confianza. Tampoco en el partido de ayer había llamado la atención, axfisiado por la defensa al límite que puso en prácitca Unicaja. Pero en el momento de la verdad, Herreros no se olvidó que su equipo no tiene mejores manos (salvo las de Djordjevic) en donde poner en juego su destino. Su convicción fue tremenda. Clavó un primer triple cuando parecía que el Caja y el ensordecedor aliento que siempre le dio su público iba a dar al traste con uno de los partidos más serios que ha jugado el Madrid esta temporada. Pero lo mejor estaba por llegar. En la siguiente jugada asumió de nuevo la responsabilidad. Falló pero el rebote quiso que el balón acabase de nuevo en sus manos. No dudó ni una décima de segundo. Se levantó y la clavó en un gesto de jugador determinante, lo que siempre fue y en los últimos tiempos había dejado algo de lado.

Tampoco hubiese sido injusta la victoria de los locales. El Unicaja fue el de siempre, un equipo al que Maljkovic ha marcado como suyo y que porta las señas de identidad del gran entrenador yugoslavo. Defensa al límite, trampas tácticas y manejo psicológico del partido. Desde el principio intentó desde la banda que la pasión no les desbordase y se pasó buena parte del partido pidiendo calma y tranquilidad a sus jugadores. Le separó del éxito una mejor selección de sus últimos tiros, donde la extrema tensión hizo mella en unos jugadores menos hechos que los madridistas en estos avatares.

Pero, resultado aparte, lo más importante es que por fin se vio baloncesto del bueno, del duro, del competitivo. No fue perfecto porque no lo puede ser un encuentro jugado a 73 puntos, pero esta vez la poca productividad ante la canasta queda justificada por la batalla entablada. El Madrid recupera prestigio y presenta candidatura. Pero la gran noticia para ellos es que igual hayan recuperado al Herreros de siempre.

Esto ocurrió y el gran tema de la v´sipera se quedó en la sombra.Dado que la primera jornada no había dado para mucha conversación, el personal seguía dale que te pego hablando de los ojeadores que supuestamente han llegado en bandada desde allende los mares. Como nadie los conoce, pues están en todas partes. Ves en el pabellón a uno tomando notas con una letra rara, ahí está un ojeador. Te encuentras a alguien hablando en ingles en un bar de tapas y poniéndose ciego a boquerones, ahí está otro. Te cruzas con unos pantalones de cuadros que sólo un norteamericano es capaz de ponerse sin que le detengan por atentado contra la moda, pues para qué quieres más datos, tiene que ser un enviado de la NBA. A día de hoy todavía no está claro ni cuántos son, ni exactamente a quién tienen en el punto de mira.

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