Galletas aftosas
He dejado el aeropuerto de Luton (Londres) sembrado de deliciosas galletas, chocolates y bolsitas de té. Yo y todos los pasajeros de nuestro vuelo a Barcelona, en el que se nos exigió desprendernos de todo tipo de comida y esperábamos curiosos qué iban a hacer para 'desinfectarnos'. Pues bien, ni desinfección ni exhaustiva comprobación de equipaje ni nada. En la llegada a Barcelona, ni rastro de las (¿eficaces?) alfombrillas para desinfectar los zapatos que tan bien han aparecido en televisión para calmar conciencias y alabar las impresionantes medidas de seguridad contra la entrada de la fieb...
He dejado el aeropuerto de Luton (Londres) sembrado de deliciosas galletas, chocolates y bolsitas de té. Yo y todos los pasajeros de nuestro vuelo a Barcelona, en el que se nos exigió desprendernos de todo tipo de comida y esperábamos curiosos qué iban a hacer para 'desinfectarnos'. Pues bien, ni desinfección ni exhaustiva comprobación de equipaje ni nada. En la llegada a Barcelona, ni rastro de las (¿eficaces?) alfombrillas para desinfectar los zapatos que tan bien han aparecido en televisión para calmar conciencias y alabar las impresionantes medidas de seguridad contra la entrada de la fiebre aftosa en nuestro país. Yo solito he podido traer la infección con mis zapatillas, que utilicé para irme a correr por un parque. Sin embargo, todo se ha limitado a depositar en una papelera mis contagiosas y letales galletas de chocolate. Lástima. Con lo ricas que están.