Columna

El español

El idioma español se extendió por América sin imposición. La preocupación de los Reyes Católicos y de los Austrias fue la evangelización, no la enseñanza del idioma. Los predicadores quisieron mantener el muro de la lengua para dominar a los indígenas. El director de la Academia Española, Víctor García de la Concha, sostuvo que, en los siglos XVI y XVII, no se aplicó la idea de Nebrija de 'la lengua compañera del Imperio'. Hablaba en el ambiente solemne de la Academia de la Historia y con la sala abarrotada de público, bajo el retrato de Felipe V, fundador de la corporación.

En el siglo...

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El idioma español se extendió por América sin imposición. La preocupación de los Reyes Católicos y de los Austrias fue la evangelización, no la enseñanza del idioma. Los predicadores quisieron mantener el muro de la lengua para dominar a los indígenas. El director de la Academia Española, Víctor García de la Concha, sostuvo que, en los siglos XVI y XVII, no se aplicó la idea de Nebrija de 'la lengua compañera del Imperio'. Hablaba en el ambiente solemne de la Academia de la Historia y con la sala abarrotada de público, bajo el retrato de Felipe V, fundador de la corporación.

En el siglo XVIII, siguiendo las ideas del centralismo francés, se quiso castellanizar a los súbditos. Pero 'el idioma español se robusteció sobre todo', dijo, 'con la independencia de las repúblicas americanas'. 'No hemos hecho la guerra a nuestra lengua, sino a los malos gobiernos', decían los libertadores.

García de la Concha trazó un recorrido desde el tiempo en que 'Castilla era un pequeño rincón' hasta ver al español convertido en lengua universal unificada gracias al trabajo de las Academias de los países de habla española que han establecido una gramática, una ortografía y un diccionario comunes. Describió la situación de nuestro idioma en el mundo, especialmente en Estados Unidos, donde se comercia en lengua española por valor de 300.000 millones de dólares y donde, dentro de 50 años, habrá casi 100 millones de hispanos. Avisó, sin embargo, del peligro de un exceso de optimismo, debido a la potencia del inglés como lengua franca y a las carencias que el español tiene todavía en campos tan importantes como la ciencia, la diplomacia o las nuevas tecnologías. Y advirtió que, frente al influjo del inglés, no se debe adoptar una actitud numantina. Terminó recordando aquello de Unamuno, '¡mi lengua es mi patria!'. Era en efecto, dijo, la patria de César Vallejo cuando escribió: 'Pero dadme una piedra en que sentarme, pero dadme un pedazo de pan en que sentarme, pero dadme, en español, algo, en fin, de beber, de comer, de vivir, de reposarse...'.

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