Columna

Felicidad

En la Hispalense ha tenido lugar un curso de doctorado sobre El concepto de felicidad a lo largo de la historia y he podido leer la conferencia del profesor Candau dedicada al mundo grecorromano, en la que echa por tierra la imagen de unos griegos 'bañados por la gracia' y felices.

Dejando claro que en 12 siglos de historia ocurren muchos cambios y que disponemos de pocos textos y sólo de una élite dominante, como siempre ocurre, Candau recorre admirablemente los periodos más significativos y, apoyándose en trozos de algunos de esos textos, nos presenta -resumiendo a mi ve...

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En la Hispalense ha tenido lugar un curso de doctorado sobre El concepto de felicidad a lo largo de la historia y he podido leer la conferencia del profesor Candau dedicada al mundo grecorromano, en la que echa por tierra la imagen de unos griegos 'bañados por la gracia' y felices.

Dejando claro que en 12 siglos de historia ocurren muchos cambios y que disponemos de pocos textos y sólo de una élite dominante, como siempre ocurre, Candau recorre admirablemente los periodos más significativos y, apoyándose en trozos de algunos de esos textos, nos presenta -resumiendo a mi vez- a una sociedad pesimista que sólo aspira a poder evitar las calamidades de las catástrofes naturales y las guerras que les acechan en la oscuridad. Quizá por tratarse de un pueblo dominante, sus hombres caían fácilmente en la tentación del orgullo y la desmesura, pero ya se encargaban los dioses de chafarlos y ponerlos en su lugar; era un modo de aprender el autocontrol y la medida mediante los cuales nos transmiten el equilibrio en sus artes y su cultura. Pero -y eso me suena a conocido- las nuevas realidades en la extensión de su horizonte, aun sin nuestros medios de comunicación, les arrastran a una crisis de creencias religiosas y éticas, a una ansiedad y un desasosiego que otras doctrinas filosóficas -el epicureísmo, por ejemplo- intentan aplacar a base de una resistencia impasible, de una renuncia a la ambición, a la política y a la fama; un aislamiento y una ascética para evitar dolor.

Para el profesor Candau, esa felicidad de los griegos y los romanos poco tiene que ver con la nuestra por tratarse de una sociedad en la que la libertad de un pueblo implicaba la dominación de otro, por negativa y por desarrollarse en el ámbito de lo individual, mientras que en la nuestra se expresa un proyecto de vida colectivo. Un proyecto que, digo yo, sólo puede consistir en facilitar las condiciones para que todos, uno a uno, tengamos la oportunidad de poder desear seguir viviendo la vida que vivimos, con sus dichas y desdichas. Creo que la felicidad no puede ser sino individual. En cualquier caso lo que está claro es que el proyecto no se lleva a cabo y que las condiciones no se cumplen.

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