Crónica:23ª jornada de Liga | FÚTBOL

La Real agradece la pasividad del Espanyol

El encuentro resultó aburrido, tal y como auguraba Paco Flores. La previsión del técnico del Espanyol no tuvo ningún mérito, dado el conservadurismo de su estrategia y la inconsistencia perenne de la Real Sociedad. No resulta difícil tejer una estrategia para jugar contra los donostiarras en Anoeta. Éstos salen al galope, se adueñan del balón y hacen de su vehemencia una cortina de humo que sólo intimida a los que se arrugan por poco. El Espanyol se ajustó a la estrategia del mínimo esfuerzo: un visitante cómodo que sólo se preocupó de acelerar su cadencia cuando recibió un gol en contra.
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El encuentro resultó aburrido, tal y como auguraba Paco Flores. La previsión del técnico del Espanyol no tuvo ningún mérito, dado el conservadurismo de su estrategia y la inconsistencia perenne de la Real Sociedad. No resulta difícil tejer una estrategia para jugar contra los donostiarras en Anoeta. Éstos salen al galope, se adueñan del balón y hacen de su vehemencia una cortina de humo que sólo intimida a los que se arrugan por poco. El Espanyol se ajustó a la estrategia del mínimo esfuerzo: un visitante cómodo que sólo se preocupó de acelerar su cadencia cuando recibió un gol en contra.

El tanto de Sergio en propia puerta descolocó a todos. El cuadro catalán sufrió un ataque de ansiedad, se lanzó por donde ni siquiera se había aventurado a pasar y estuvo a punto de sufrir dos goles en cinco minutos.

Sus prisas y el menosprecio del rival estuvieron cerca de arruinarles en un visto y no visto, pero la Real salió en su ayuda con su propensión a deshacer lo andado: Toledo remató con comodidad una falta de apariencia inocua.

El encuentro se agotó en esos cinco minutos frenéticos. El Espanyol volvió a ordenarse para contemplar la impotencia de los realistas, privados de la clarividencia de Xabi Alonso o de los arranques de genio de De Pedro. Es decir, entregados a la presión y la buena voluntad, premiada con un penalti y tres puntos que dejan a Flores más perplejo que aburrido.

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