Marcel.lí Antúnez exhibe en tres salas de Girona su arte carnal y tecnológico

El artista Marcel.lí Antúnez es capaz de transformarse en un mecánico, un charcutero, un alquimista, un bacteriólogo, un filósofo, una estrella del rock o el brujo de una tribu africana para dar forma a sus creaciones. Materiales efímeros como un pedazo de carne de cerdo o un chicle masticado se mezclan con la robótica y la tecnología puntera. Todo ello forma parte de la búsqueda de un lenguaje poético en el que afloran las pulsiones animales y el gusto por el rito y la ceremonia. La exposición Concèntrica, que puede visitarse en tres salas de exposiciones de Girona hasta el 18 d...

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El artista Marcel.lí Antúnez es capaz de transformarse en un mecánico, un charcutero, un alquimista, un bacteriólogo, un filósofo, una estrella del rock o el brujo de una tribu africana para dar forma a sus creaciones. Materiales efímeros como un pedazo de carne de cerdo o un chicle masticado se mezclan con la robótica y la tecnología puntera. Todo ello forma parte de la búsqueda de un lenguaje poético en el que afloran las pulsiones animales y el gusto por el rito y la ceremonia. La exposición Concèntrica, que puede visitarse en tres salas de exposiciones de Girona hasta el 18 de marzo, supone una oportunidad única para adentrarse en el universo creado a lo largo de los últimos 10 años por este artista.

El Museo de Historia de la Ciudad expone los volúmenes de Artcagarro, una especie de libros de viaje cuyas páginas están pobladas por sapos muertos, restos de comida y líquidos corporales. 'Ahí volqué mis desasosiegos durante las continuas giras con La Fura', admite. Entre las instalaciones de La vida sin amor no tiene sentido se encuentran unas frankensteinianas cabezas recosidas utilizando partes de la cabeza del cerdo introducidas en botes de formol. 'Retratos de algunos de mis enemigos', confiesa. Corazones y lenguas porcinos le sirvieron también para dar forma a otras de las instalaciones de este apartado.

La segunda órbita del universo Antúnez desplegado en Girona se encuentra en las Salas Municipales. Allí puede verse el robot Requiem, un esqueleto externo de aluminio y acero inoxidable accionado por sensores y potentes pistones neumáticos. 'Está ideado para mover mi propio cadáver'.

El visitante puede contemplar también los estrafalarios autorretratos de la Serie Polter y una audioinstalación, Alfabeto, compuesta por una columna de ocho caras con sensores que activan onomatopeyas de placer, dolor o risa en función de la actitud del espectador. El vídeo Apéndices permite ver algunas de las audaces performances que Antúnez ha realizado en los años noventa.

Bacterias y hongos

Los microorganismos son los protagonistas de la penúltima creación del artista. En el Museo de Arte se expone Agar, donde bacterias y hongos construyen texturas a su albedrío en acuarios, cilindros y placas de cristal. En este centro el espectador podrá acceder a la cocina creativa de Antúnez. Sus 19 Libros de autoedición permiten conocer las preocupaciones temáticas y formales del autor, y los pasos seguidos para desarrollar cada uno de sus proyectos. Antúnez niega que la tecnología conduzca a la deshumanización. 'Las máquinas pueden hacer muy bien tareas que ahora los hombres llevan a cabo irresponsablemente. Confío en ellas: no tienen por qué arrastrar las miserias humanas, como su afán de causar daño o dominar el territorio'.

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'Yo genero contenidos, no los vendo', recuerda Marcel.lí Antúnez; de ahí que, a sus 41 años, empiece a cansarse de acarrear por el mundo todos los cachivaches de su circo creativo y últimamente esté trabajando en versiones para Internet de sus más recientes obras.

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