Crítica:20ª jornada de Liga | FÚTBOL

Nadie supo ganar

Athletic y Deportivo malgastan sus ventajas y acaban firmando un empate insatisfactorio

El Athletic había encontrado su bellocino de oro en la pegada. A falta de fútbol, buena es la punterìa para salir del atolladero. Al Racing lo tumbó de tres empujones, prescindiendo del fútbol y apelando al estado de ánimo y perfección de algunos futbolistas. Pero el Deportivo es otra cosa, una empresa mayor que no se derrumbó cuando encajó el revés del gol de Larrainzar, un lateral derecho que agarra un zurdazo desde fuera del área que se cuela entre las piernas de Lacruz y se ajusta al palo izquierdo de Molina.

Aquello fue un accidente y como tal lo entendió el Deportivo, que siguió a...

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El Athletic había encontrado su bellocino de oro en la pegada. A falta de fútbol, buena es la punterìa para salir del atolladero. Al Racing lo tumbó de tres empujones, prescindiendo del fútbol y apelando al estado de ánimo y perfección de algunos futbolistas. Pero el Deportivo es otra cosa, una empresa mayor que no se derrumbó cuando encajó el revés del gol de Larrainzar, un lateral derecho que agarra un zurdazo desde fuera del área que se cuela entre las piernas de Lacruz y se ajusta al palo izquierdo de Molina.

Aquello fue un accidente y como tal lo entendió el Deportivo, que siguió apelando a la posesión del balón, al juego sin prisas, sin más preciosismo que el que otorga Fran al balón cada vez que se lo encuentra. Era el modelo tractor, del que gusta Javier Irureta en la comodidad y en la adversidad. En realidad, descontado el gol, el Athletic no había hecho nada inteligente ni nada positivo. Su tendencia natural a perder el balón y la distancia habitual de sus líneas favorecen el juego del rival, que sin demasiado esfuerzo se hace con el balón y con el partido. Donato, ayer un juvenil en carrera de méritos, barrió el centro del campo y Fran, el de casi siempre, decidió campar por sus respetos y rebuscar entre los vacíos estruendosos del Athletic. De su bota salió el centro que Makaay cabeceó a la escuadra para firmar el empate. Fue un gol significativo. La indulgencia de la defensa rojiblanca resulta casi infantil: Óscar Vales, marcador de Makaay, ni siquiera llegó a saltar cuando disputaba un mano a mano con el delantero holandés.

ATHLETIC 2|DEPORTIVO 2

Athletic: Lafuente; Larrainzar, Lacruz, Óscar Vales, Larrazabal; Urrutia, Orbaiz (Alkiza, m. 62); Joseba Etxeberria, Guerrero, Javi González (m. 31, Yeste); y Urzaiz. Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Ramis, César, Romero; Donato, Emerson; Scaloni (Víctor, m. 89), Fran (Capdevila, m. 91), Pandiani (Valerón, m. 80); y Makaay. Goles: 1-0. M. 7. Larrainzar empalma un disparo raso con la izquierda, desde fuera del área, que soprende a Molina, tras un saque de esquina de Guerrero. 1-1. M. 36. Centro de Fran que cabecea Makkay a la escuadra, ganándole la acción a Óscar Vales. 1-2. M. 39. Error garrafal de Larrazabal al ceder a su portero, que aprovecha Makaay para marcar a puerta vacía. 2-2. M. 72. Penalti de César a Guerrero que transforma Larrazabal Árbitro: Daudén Ibáñez. Amonestó a Manuel Pablo, Guerrero, Joseba Etxeberria, Ramis, Molina, Scaloni, Óscar Vales y Urrutia. Unos 35.000 espectadores en San Mamés.

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El segundo gol, más que indulgente fue una limosna. Larrazabal ya había comprometido a Lafuente con una cesión imperdonable en el primer minuto, a la que Pandiani renunció generosamente. Larrazabal reincidió, pero en esta ocasión se encontró con Makaay, más ambicioso que su compañero, y que de un fuerte disparo convirtió la cesión en gol.

El Athletic había renunciado al balón y al partido con una avaricia que no se justifica por la escasa entidad de su juego. Un gol a los siete minutos es una renta demasiado fláccida como para resistir las fluctuaciones del partido. El Athletic, más que jugar, trabaja; más que inventar, corre. Sus jugadores básicos observan un estado de forma muy bajo: Guerrero y Joseba Etxeberria son dos sombras de sí mismos. El fútbol se reduce a Urzaiz, el futbolista más adelantado del equipo, el más lejano.

Por eso el Deportivo se hizo con el partido en un santiamén. Entregó diez minutos del primer tiempo, y toda la segunda mitad a su rival, a sabiendas de que lo manejaba todo: el ritmo, el toque, el resultado, y de que su rival apenas ponía pundonor, voluntad y todo eso que acompaña al juego, pero casi nunca lo protagoniza. Así que el Athletic atacaba y el Deportivo remataba. Y en esto llegó otra jugada circunstancial. Ramis y César hicieron un bocadillo a Guerrero que el árbitro entendió como penalti. Larrazabal enmendó su error anterior transformando la pena máxima El Athletic resucitó, pero ya era demasiado tarde..

En realidad, nadie supo ganar. El marcador polarizó el juego y ambos equipos quisieron gestionar los réditos del marcador. El Deportivo lo tuvo más más fácil, pero le faltó ambición. Al Athletic, juego.

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