SAQUE DE ESQUINA | La jornada de Liga | FÚTBOL

Bajo la gota fría

Sucederá en Mestalla: mañana, la división acorazada de Cúper se enfrentará a la brigada ligera de Del Bosque. Será un revelador duelo de aspirantes al título, pero sobre todo la doble oportunidad de comparar estilos antagónicos y confirmar una vez más la variedad de escuelas que nos ofrece la Liga. Si cada cual se atiene a sus principios, un equipo tratará de imponer su habilidad para fortificarse y contraatacar, y el otro, su facilidad para abrir espacios y armar la pierna.

No se tratará de una diferencia circunstancial; más allá de los gustos de los entrenadores, sus futbolistas serán...

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Sucederá en Mestalla: mañana, la división acorazada de Cúper se enfrentará a la brigada ligera de Del Bosque. Será un revelador duelo de aspirantes al título, pero sobre todo la doble oportunidad de comparar estilos antagónicos y confirmar una vez más la variedad de escuelas que nos ofrece la Liga. Si cada cual se atiene a sus principios, un equipo tratará de imponer su habilidad para fortificarse y contraatacar, y el otro, su facilidad para abrir espacios y armar la pierna.

No se tratará de una diferencia circunstancial; más allá de los gustos de los entrenadores, sus futbolistas serán consecuentes, quizá sin pretenderlo, con los gustos de sus seguidores. Nadie entendería en Valencia a un equipo obsesionado con la elaboración del juego. Gracias a entrenadores como Cúper y a jugadores como Piojo López, los aficionados aprecian dos valores complementarios: el orden defensivo y la velocidad en el despliegue. Así, pues, toda actividad estará destinada a tapar brechas hasta que alguno de los hombres recupere la pelota; entonces la obsesión por el orden se convertirá en obsesión por la rapidez. Sus delanteros se transformarán en material de descarga y, asistidos sin demora por los centrocampistas, tratarán de resolver el partido en un único fusilazo. Bien podemos decir que el Valencia es al fútbol lo que el relámpago es a la tormenta.

Bajo el peso de su propio historial, el Madrid deberá representar el papel de atacante. Eso implicará salir a campo abierto y, por tanto, aceptar que el adversario pueda prevenirse. Esta fórmula proporciona algunas ventajas; todas las que concede la iniciativa. Sus intérpretes saben que podrán dar el primer golpe y, por tanto, tendrán el privilegio de decidir cuándo y dónde. Las dificultades empezarán en el momento de decidir cómo. El Valencia, por ejemplo, se presentará ante ellos como un muro elástico, una pared de geometría variable cuyo espesor crecerá proporcionalmente a la intensidad del ataque. En estas circunstancias sus jugadores deberán mantener el sistema nervioso en estado de alerta y unir dos cualidades difícilmente compatibles: el ingenio y la paciencia. Escoltados por Mendieta, Albelda, Baraja y Kily y vigilados de lejos por Angloma, Ayala, Djukic y Fabio Aurelio, los atacantes de turno, llámense Figo, Morientes, Raúl, Savio o Roberto Carlos, llevarán la pelota de un lado a otro con la esperanza de encontrar una fisura, sin olvidar que el enemigo, rápido y mortal, cambiará de forma como una ameba.

Luego se revelarán ante nosotros los misterios de la competición y los duendes del estadio se reservarán la última palabra.

A las diez nos habrán dicho el nombre del ganador.

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