Arquitectura pictórica

El banquero, político y empresario José de Salamanca nació en Málaga en 1811 y vivió en Madrid a partir de 1835, hasta su muerte en 1883. Ambicioso, de personalidad laboriosa y emprendedora, llevó sus negocios desde la minería a la metalurgia y los ferrocarriles, los proyectos inmobiliarios, el comercio de la sal y el del tabaco. Definido por algunos como un especulador romántico, intentó apuntalar su meteórico encumbramiento social mediante la edificación, en Madrid, de un palacio que pusiera de manifiesto que su riqueza tenía parangón con su mecenazgo de las artes.

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El banquero, político y empresario José de Salamanca nació en Málaga en 1811 y vivió en Madrid a partir de 1835, hasta su muerte en 1883. Ambicioso, de personalidad laboriosa y emprendedora, llevó sus negocios desde la minería a la metalurgia y los ferrocarriles, los proyectos inmobiliarios, el comercio de la sal y el del tabaco. Definido por algunos como un especulador romántico, intentó apuntalar su meteórico encumbramiento social mediante la edificación, en Madrid, de un palacio que pusiera de manifiesto que su riqueza tenía parangón con su mecenazgo de las artes.

Por ello, con directrices suyas de cuño italiano para la arquitectura y francés para la distribución, en 1845 encomendó al arquitecto real Pascual i Colomer la edificación en unos terrenos del conde de Oñate, cerca de la Puerta de Alcalá, de un palacio urbano, no periférico. Su fachada principal es un retablo columnado de extraordinaria belleza que apenas cabe columbrar tras los pámpanos de lilas que se intercalan tras su reja de hierro. Muestra grutescos de yesería de sabor típicamente renacentista, con medallones e incrustaciones que recuerdan a la villa Farnesina de Roma y al palacio Torlonia. El edificio lleva la impronta del maestro de Pascual i Colomer, el tratadista francés Antoine Quatremère de Quincy, ideador de una arquitectura que denominó lenguaje ocular, una propuesta que ensamblaba construcción y decoración en una síntesis de gran plasticidad pictórica. Sus salones fueron diseñados para albergar la soberbia colección de pinturas adquirida por el marqués a la duquesa de San Fernando.

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