Naturaleza en pequeñas dosis

La Diputación de Córdoba examina la situación de más de 600 jardines de la provincia

El Patio de los Naranjos, antesala de la Mezquita de Córdoba, pasa por ser uno de los jardines más antiguos de Europa. Mezclando elementos de la herencia romana y otros de influencia oriental nació en esta ciudad la jardinería hispanoárabe, que más tarde se extendería hasta la Alhambra de Granada y dejaría asimismo su huella en el norte de África, donde aún se hace patente en ciudades como Rabat, Fez o Marrakech.El caso es que, a lo largo de los siglos, unas peculiares circunstancias históricas y condic...

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La Diputación de Córdoba examina la situación de más de 600 jardines de la provincia

El Patio de los Naranjos, antesala de la Mezquita de Córdoba, pasa por ser uno de los jardines más antiguos de Europa. Mezclando elementos de la herencia romana y otros de influencia oriental nació en esta ciudad la jardinería hispanoárabe, que más tarde se extendería hasta la Alhambra de Granada y dejaría asimismo su huella en el norte de África, donde aún se hace patente en ciudades como Rabat, Fez o Marrakech.El caso es que, a lo largo de los siglos, unas peculiares circunstancias históricas y condiciones geográficas hicieron de Córdoba, y de Andalucía en general, un territorio perfecto para ensayar diferentes tipos de jardines. Tras el periodo islámico vendrían los de influencia renacentista, típicos de los siglos XVI y XVII, los neoclásicos, los románticos o los inspirados en modelos franceses e ingleses. A finales del XIX, y después de un cierto periodo de decadencia, vuelve a recuperarse la tradición del jardín árabe-andaluz.

Pocos son los trabajos que han profundizado en la historia de la jardinería andaluza y, sobre todo, en la situación de este patrimonio natural y cultural. Al margen de los jardines singulares, muchos de ellos integrados en conjuntos monumentales, existen numerosos enclaves, más humildes, que desempeñan funciones insustituibles en núcleos urbanos de muy diferente tamaño.

La Diputación de Córdoba acaba de publicar un completo informe, elaborado por especialistas del Jardín Botánico y la Universidad, sobre los más de 600 jardines que crecen en esta provincia, sin contar los de la capital. Un curioso inventario que da idea de la disponibilidad y características de las zonas verdes en los municipios cordobeses.

En la zona norte de esta provincia, quizá debido al clima más riguroso, escasean los grandes parques, pero abundan los pequeños espacios ajardinados, justamente lo contrario de lo que sucede en la zona sur. Hay municipios, como Montilla o Cabra, que suman más de 20 jardines en su casco urbano, mientras que otros, como Zuheros, solo disponen de uno. Por comarcas, la que concentra un mayor número de zonas verdes es la Campiña Alta, siendo el Valle del Guadiato el territorio en el que se registran menos jardines. Este balance está condicionado por el volumen de población y número de núcleos urbanos, ya que si la comparación se establece utilizando como criterio el número de jardines por cada 1.000 habitantes el orden se invierte.

En total se han estudiado casi 150 hectáreas de superficie ajardinada, de tal manera que, a escala provincial, la dotación de zonas verdes es de 3,6 metros cuadrados por habitante. El mejor índice lo obtienen los municipios del Valle del Guadiato, donde se rozan los 6,5 metros cuadrados, mientras que en la comarca de Sierra Morena ni siquiera se alcanzan los tres metros cuadrados. Estos valores, advierte el estudio, "están muy por debajo de los recomendados por la Unión Europea, que fija como mínimo los 10-20 metros cuadrados por habitante". Ni siquiera alcanzan la media de las capitales de provincia españolas, situada en siete metros cuadrados, lo que pone de manifiesto el importante déficit existente en este tipo de equipamientos.

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Los autores del inventario reconocen haberse encontrado "con alguna sorpresa" al analizar la disponibilidad de zonas verdes en función del tamaño del municipio, ya que los de menos de 5.000 habitantes son los mejor dotados, mientras que la peor situación se registra en aquellos municipios que superan los 20.000 habitantes, precisamente los más necesitados de estas áreas de esparcimiento.

A falta de índices que midan la calidad del diseño y el estilo, los especialistas utilizaron como referencia la diversidad vegetal existente en cada uno de ellos. El informe de la Diputación cordobesa incluye, por último, una relación de aquellos jardines considerados singulares en atención a su carácter histórico, diseño, dimensión, riqueza florística o grado de conservación. Dentro de este capítulo se han catalogado 26 jardines, entre los que se encuentran algunos de los más antiguos de la provincia, como el de la Fuente del Rey (1568), en Priego de Córdoba, o el montillano Paseo de Cervantes (1793), uno de los primeros espacios verdes de carácter público.

Algunos tópicos

"Rompamos desde el primer momento el tópico: no existe un modelo definitivo de jardín cordobés". Así de contundentes se muestran los autores del estudio, sin que esta afirmación signifique que no abunden algunos elementos característicos de la jardinería cordobesa e, incluso, modelos, como el patio ornamentado, de notable tradición en la propia capital. En los siglos XVII y XVIII, durante el periodo barroco, se extienden algunas fórmulas que, sin ser novedosas, pasan a convertirse en señas de identidad de muchos de los jardines de la provincia. Por ejemplo, las espalderas de cítricos, naranjos recortados adosados a los muros, o las alineaciones de arbolitos de sombra, usando, asimismo, distintas variedades de cítricos.

Aunque cayendo en ciertos tópicos, el francés Forestier, que a comienzos del siglo XX proyecta jardines como el sevillano Parque de María Luisa o el Palacio del Rey Moro (Ronda, Málaga), enuncia los que, a su juicio, son elementos típicos del jardín andaluz.

En primer lugar la mezcla de la vegetación con una ornamentación clásica, basada en el empleo de materiales tradicionales. Se da también, en opinión de este arquitecto, una gran importancia a los juegos de colores entre los diversos elementos del jardín: el rojo del ladrillo, el azul de la cerámica, el blanco del muro encalado y el multicolor de las flores, sobre el telón azul de un cielo frecuentemente despejado. Por último, se concede una especial atención al olor (que invade el espacio entremezclado o formando ciclos estaciones) para una correcta selección de árboles y arbustos: naranjos, jazmines, rosales, mimosas, madreselvas, retamas, balsamitas, dondiegos o damas de noche.

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