Contra la prostitución, iluminación

Los vecinos de la plaza de Cuzco y alrededores están en pie de guerra contra el "ejército de prostitutas" que cada noche toma sus calles. Un "asedio" de años que ha aumentado en los últimos meses y que, aseguran, les impide dormir, pasear y vivir tranquilos. Tras varias reuniones infructuosas con autoridades municipales y policiales, los residentes han decidido pasar a la acción, organizarse y exigir, "con medidas de presión", una solución al conflicto. El pasado jueves, 800 vecinos se reunieron durante dos horas en un hotel madrileño para discutir iniciativas -desde iluminar las calles, porqu...

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Los vecinos de la plaza de Cuzco y alrededores están en pie de guerra contra el "ejército de prostitutas" que cada noche toma sus calles. Un "asedio" de años que ha aumentado en los últimos meses y que, aseguran, les impide dormir, pasear y vivir tranquilos. Tras varias reuniones infructuosas con autoridades municipales y policiales, los residentes han decidido pasar a la acción, organizarse y exigir, "con medidas de presión", una solución al conflicto. El pasado jueves, 800 vecinos se reunieron durante dos horas en un hotel madrileño para discutir iniciativas -desde iluminar las calles, porque "las prostitutas huyen de la luz", hasta instalar cámaras de vídeo que disuadan a los clientes- y acabaron cortando el tráfico en el paseo de la Castellana. Ahora amenazan con repetir la acción semanalmente si no les hacen caso. Pero sus reivindicaciones chocan contra una realidad incontestable: la prostitución en España es alegal."Esto ha llegado a un punto intolerable. El barrio es un prostíbulo. Hay que hacer algo", protestaba Pilar el pasado jueves, arrastrada por cientos de convecinos que se dirigían hacia la plaza de Cuzco. Dos horas antes, la sala Inca del hotel Cuzco había sido literalmente tomada por los residentes.

Las propuestas eran de todo tipo. "Pongamos cámaras que graben a los clientes, aunque sea ilegal. Así se sentirán intimidados", proponía un hombre de pelo blanco y gesto decidido. "Contratemos un servicio privado de vigilancia", sugería otro que llamaba a la movilización popular. "Parece que las prostitutas huyen de la luz. ¿Y si iluminamos todas las calles con halógenos especiales?", añadía un tercero. Desde el fondo de la sala, la voz quebrada de una señora adelantaba una solución "más moderna": "En Noruega ya se cobra multas a los clientes. Deberíamos proponer desde aquí un proyecto de ley para que en España también se haga. Porque los verdaderos culpables son ellos".

Salvas de aplausos recibía cada aportación, y ninguna de ellas era tomada en broma. Hasta que una mujer tomó la palabra y planteó: "Antes de empezar a pedir ideas deberíamos decidir quién las va a recoger. No estamos realmente organizados. Cuando cortemos la Castellana, ¿quién nos va a convocar?".

De la reunión del jueves salió el germen de una nueva asociación que agrupe a todos los vecinos interesados en "erradicar" la prostitución callejera.

"El problema no son las prostitutas en sí, las pobres son las primeras víctimas del problema, sino lo que traen consigo: droga, peleas continuas, suciedad... Las calles amanecen sembradas de preservativos y las peleas no nos dejan dormir", explica Emilio Medina, hasta hace poco presidente de la asociación de vecinos de Capitán Haya, que nació en 1994 para aunar esfuerzos contra la llegada de las meretrices.

Su labor ha aumentado en los últimos tiempos, porque ahora, cuentan los vecinos, las prostitutas, que cada día son más, se han vuelto "agresivas" y molestan a los chavales ofreciéndoles sus servicios. "Estaba yo el otro día paseando a mi perrito y vi a tres o cuatro que se echaban encima de un niño", relata Francisca. "Eso es una idiotez. Son putas, pero no tontas. No es verdad que propongan nada a los niños, porque ellos no lo podrían pagar", replican desde la Jefatura Superior de Policía.

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Los vecinos calculan que las meretrices son más de 200, y sostienen que las autoridades policiales manejan un censo "ya antiguo" de 180. La inmensa mayoría es de origen africano. Una gran parte, menores. La policía rehúsa dar una cifra, pero confirma que las prostitutas llegan en furgonetas o en transporte público y que los proxenetas rondan a menudo la zona para tenerlas controladas.

"La única solución al problema sería que una de estas mujeres denunciase a su chulo [el proxenetismo sí está penado]. Estamos deseando que eso ocurra. Mientras tanto, nada puede hacerse", confiesa el concejal del distrito de Tetuán, Luis Asúa. Los vecinos ya han empezado a actuar por su cuenta.

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