Tribuna:FÚTBOL La resaca de la jornada

Crisis de club o de equipo

En momentos de zozobra es cuando se aprecia la ventaja que va tomando el Madrid respecto al Barcelona desde las elecciones de julio pasado. Todos los grandes andan con problemas, porque jugar bien no juega tampoco el Madrid. Ni el Valencia y el Depor. Pero la vulnerabilidad de Serra Ferrer es superior a la de cualquier otro con independencia del currículo. En Chamartín se puede hablar del entrenador y del equipo con más naturalidad que en el Camp Nou, y no por una cuestión futbolística, sino también de organización del club.Mentar hoy al entrenador en el Barça puede significar también murmurar...

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En momentos de zozobra es cuando se aprecia la ventaja que va tomando el Madrid respecto al Barcelona desde las elecciones de julio pasado. Todos los grandes andan con problemas, porque jugar bien no juega tampoco el Madrid. Ni el Valencia y el Depor. Pero la vulnerabilidad de Serra Ferrer es superior a la de cualquier otro con independencia del currículo. En Chamartín se puede hablar del entrenador y del equipo con más naturalidad que en el Camp Nou, y no por una cuestión futbolística, sino también de organización del club.Mentar hoy al entrenador en el Barça puede significar también murmurar del presidente y preguntarse por la actitud del plantel, como si todo fuera una misma cosa. La amenaza de destitución del técnico se entiende como la expresión de un crisis institucional y no como la revisión del trabajo de un empleado cualificado, señal de que la institución está mal montada. Ocurre que quien debe juzgar a Serra Ferrer es Serra Ferrer porque es a la vez entrenador y director técnico, así que la intervención del presidente se requiere cada día que se pierde.

La presencia continua de Gaspart no sólo le desgasta sino que reduce su credibilidad. El presidente ha ayudado a serenar el club con su discurso, y a diferencia de Núñez, él no se hizo del Barça sino que nació culé, de manera que sería contraproducente que una crisis deportiva cuestionara de paso la paz social salida de los últimos comicios. Pero la nueva junta mantiene una estructura de club envejecida. Frente al asambleísmo de siempre se impone una profesionalización que ponga al club a salvo del día a día, y eso se consigue con el nombramiento, entre otros, de un responsable deportivo que obligue al entrenador a guardar fidelidad a un plan de juego e ideario.

En el Madrid es Valdano quien marca la pauta de acuerdo a un cargo; en el Barça, habita Rexach en calidad de asesor. A falta de un secretario técnico, es el presidente el que despacha con el entrenador y el que también se chamusca con las derrotas. Por eso para Gaspart es traumático discutir sobre la capacidad del técnico cuando debería ser futbolísticamente racional.

En un intento de delimitar el problema, habría que saber primero hasta qué punto Serra Ferrer ha desaprovechado una plantilla que, siendo descompensada y montada a destiempo, cuenta con 16 internacionales. No parece un asunto tan fácil de resolver cambiando el técnico. Puede que tenga que ver con los resultados, pero su continuidad no debería estar condicionada sólo al marcador de Brujas. Pese a que ya no vale decir que el sistema funciona porque se probó ante el Madrid y en Milán, es posible que Serra Ferrer salga del paso apelando al convencionalismo en lugar de jugar para la galería, pero para entonces el club ya debería haberse reorganizado. Al entrenador le conviene actuar tanto como al presidente o, en caso contrario, la sala de juntas corre el riesgo de acabar pareciéndose a un confesionario. La comprensión no se regala; se merece.

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