Tribuna:

Pantano

El episodio del pantano de María Cristina de Castellón se ha convertido en motivo de chirigota popular. Y no es para menos, ante la descomunal chapuza a la que hemos asistido, ante el ridículo que ha hecho la Administración. Los acontecimientos que se han sucedido en torno al embalse desde los días de la gota fría de la tercera semana de octubre, dan para mucho. Primero, el pequeño pantano se llena después de años de permanecer vacío; luego se desborda, antes de sembrar el pánico entre los habitantes de las localidades situadas aguas abajo de la presa, al sufrir una fuga que trajo a la memoria...

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El episodio del pantano de María Cristina de Castellón se ha convertido en motivo de chirigota popular. Y no es para menos, ante la descomunal chapuza a la que hemos asistido, ante el ridículo que ha hecho la Administración. Los acontecimientos que se han sucedido en torno al embalse desde los días de la gota fría de la tercera semana de octubre, dan para mucho. Primero, el pequeño pantano se llena después de años de permanecer vacío; luego se desborda, antes de sembrar el pánico entre los habitantes de las localidades situadas aguas abajo de la presa, al sufrir una fuga que trajo a la memoria la pantanada de Tous; después llegan los intentos de taponar la grieta por la que escapaba el agua, todos ellos inútiles y que comportaron incluso la caída de una pesada grúa al fondo del embalse; y por fin, se escapa toda el agua. ¿Quién da más? Todo esto se parece mucho a una de las peripecias de Pepe Gotera y Otilio. Pero el asunto no es para reírse, entre otras cosas porque ha estado a punto de costar la vida de una persona y ha consumido mucho dinero. Estamos ante un cúmulo de despropósitos, improvisaciones, negligencias e incompetencias inconcebibles en un país que se declara moderno y avanzado. Y alguien tiene que dar explicaciones. Cosa que por el momento no ha sucedido. La Generalitat no se ha pronunciado en torno al asunto y la Confederación Hidrográgfica del Júcar, responsable de todo el tinglado, tampoco se ha prodigado en declaraciones. Pero claro, qué les van a decir a los regantes, que son los principales perjudicados por la pérdida del agua embalsada. Los agricultores, que sin duda recibieron con alegría la noticia de que el pantano de María Cristina se había llenado después de muchos años de permanecer seco, se habrán quedado a cuadros al comprobar que apenas dos semanas más tarde, el embalse se ha vaciado. Adiós a la preciada reserva de agua que les hubiera permitido regar los próximos meses. Pero el episodio del pantano de María Cristina deja tras de sí consecuencias de más largo alcance: ¿Cómo vamos a defender a partir de ahora el trasvase del Ebro, si ni siquiera hemos sido capaces de guardar el agua que nos regaló la gota fría?

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