Tribuna:

Sáhara

Los recuerdos se agolpan, de repente, a la vista de la noticia que da cuenta del 25º aniversario de la llamada Marcha Verde que tal día como ayer, hace 25 años, organizó el Reino de Marruecos para apropiarse del Sáhara Occidental, abandonado a su suerte por Gobierno español. Recuerdos que hablan de botellas de cava aguardando en la nevera otro acontecimiento que, apenas 15 días más tarde, cambiaría nuestras vidas de forma decisiva, de partes emitidos por el equipo médico habitual, del entonces Príncipe de España asumiendo la jefatura del Estado ante la grave enfermedad del dictador, de ejecuci...

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Los recuerdos se agolpan, de repente, a la vista de la noticia que da cuenta del 25º aniversario de la llamada Marcha Verde que tal día como ayer, hace 25 años, organizó el Reino de Marruecos para apropiarse del Sáhara Occidental, abandonado a su suerte por Gobierno español. Recuerdos que hablan de botellas de cava aguardando en la nevera otro acontecimiento que, apenas 15 días más tarde, cambiaría nuestras vidas de forma decisiva, de partes emitidos por el equipo médico habitual, del entonces Príncipe de España asumiendo la jefatura del Estado ante la grave enfermedad del dictador, de ejecuciones de etarras y de miembros del FRAP, de huelga general en la Universidad y de carreras ante los grises, del fin de la indecente guerra de Vietnam... Ha pasado ya un cuarto de siglo que ha sido de sufrimiento para el pueblo saharahui, sometido a los vaivenes de la alta política, a los intereses de unos y otros, relegado al olvido por su antigua metrópoli, obligado a la diáspora y diezmado por la guerra. Cinco lustros que no han permitido resolver una situación sangrante que parece no importar, mientras Marruecos asienta sus reales y su bandera en esa franja de desierto y se aprovecha y obtiene importantes ganancias -¿se acuerdan de los fosfatos?- ante la pasividad de la comunidad internacional y, en especial, de la antigua potencia colonial, España. El esperado referéndum de autodeterminación del Sáhara se retrasa una vez, y otra, y otra. Así desde el año 1991. La ONU ha fracasado de forma estrepitosa y el pueblo saharahui, que primero sufrió 15 años de desigual guerra, se desespera ahora ante los constantes retrasos, atónito ante los diferentes raseros de medir de los que echa mano la llamada comunidad de naciones a la hora de resolver los conflictos. Sólo algunas iniciativas de partidos políticos progresistas, de organizaciones no gubernamentales y de gente comprometida han logrado mantener viva la reivindicación de ese pueblo en su lucha por recuperar lo que le pertenece. Acabamos de cumplir 25 años de vergüenza.

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