La aguja de las brujas

La puesta del sol es el único pasaporte que necesitan las tribus nocturnas para iniciar su intenso y efímero reinado en la ciudad. Siempre con el permiso de las autoridades competentes y de los vecinos de las zonas acústicamente saturadas. Otra luz que precisa de otro vestuario. Cae la noche y las ciudades se convierten en territorio comanche para los hombres grises. Es el reino de las go-go's, de los profesionales del espectáculo, de las drag queens y en general, de los rompepistas. Un espacio en el que dominan los tules y el charol; las lentejuelas y la purpurina; las botas alt...

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La puesta del sol es el único pasaporte que necesitan las tribus nocturnas para iniciar su intenso y efímero reinado en la ciudad. Siempre con el permiso de las autoridades competentes y de los vecinos de las zonas acústicamente saturadas. Otra luz que precisa de otro vestuario. Cae la noche y las ciudades se convierten en territorio comanche para los hombres grises. Es el reino de las go-go's, de los profesionales del espectáculo, de las drag queens y en general, de los rompepistas. Un espacio en el que dominan los tules y el charol; las lentejuelas y la purpurina; las botas altas y los corsé ajustados. Y es que, contrariamente a lo que se suele decir, de noche todos los gatos no son pardos. De eso se encarga, y lo hace a conciencia, el Taller de Brujas, un local que confecciona ropa exclusiva por encargo y que viste desde hace cinco años la noche valenciana.El taller es propiedad de Nieves Crespo, una joven diseñadora valenciana que también trabaja de go-go desde hace años y que tuvo la clarividencia de tapar el hueco que existía en el mercado. "Trabajaba de go-go para desconectar de la semana. Empecé a hacerme la ropa, a la gente le gustó y empezó a pedirme cosas". En cualquier caso, la necesidad la completó con años de estudio. Nieves terminó corte y confección a los 16 años. También estudió diseño, con master incluido. Después se lanzó al mundo laboral y trabajó en diversas empresas. Su profesión le llevó a confeccionar líneas de ropa para la diseñadora valenciana Maria José Navarro. Esta experiencia, unida a una pequeña subvención europea de medio millón de pesetas, fue el pistoletazo de salida para el taller. "Llevo toda la vida estudiando, por eso igual hago un traje de marinero que uno de go-go", comenta. Además, sus bailes sobre el podio le hacen conocer bien las necesidades del sector: "Hay que ser un poco bruja para hacer la ropa. Hacemos cosas que normalmente no son producciones industriales. Hay cierta magia en esto". La premisa de cualquier traje es hacer el cuerpo "lo más perfecto posible". "Disimular lo que no nos gusta y realzar lo bonito. Cuanto más vistoso sea, mejor y cuanto más llamativo también. El secreto es destacar con algo con lo que te sientas muy a gusto porque te mira todo el mundo", comenta. Los diseños potencian la masculinidad y la feminidad. Guerreros ellos y sensuales ellas. En cualquier caso, insiste en que aunque es conocida por sus trajes de go-go, éstos sólo representan el 10% de la ropa que confecciona. Elfos, hadas, unicornios, brujas, gatos o vampiros son algunos personajes que salen del taller para desfilar por los locales nocturnos. Pero también confecciona trajes para madrinas de boda, playbacks, orquestas musicales, performances e incluso sudarios de monja o vírgenes. El reclamo de este último tipo de vestimenta es tal que le están solicitando la elaboración de series. También ha confeccionado trajes regionales, disfraces de plátano e incluso de bola de billar, para agencias de publicidad.

"Es como hacer un vestuario de película", explica Nieves. El comprador puede llevarse todo el conjunto, incluido pelucas, uñas postizas, gorros y botas, que encarga "a quien sé que lo sabe hacer". Nieves es muy consciente de que lo importante es dar una ambientación completa de acuerdo a lo que el cliente exija.

Su ropa se compra y también se alquila. De hecho, y de cara a Halloween, el taller ha alquilado muchos trajes de bruja y vampiro. Todo bajo la premisa de que sus diseños están inpregnados de un toque de modernidad. Ropa "siempre sexy, con liguero, minifaldas asimétricas y manguitos de pico". A la tienda también se acerca gente que no encuentra la ropa que quiere en los sex shops. "El corsé de charol negro es el rey de la fiesta. También el tanga", explica Nieves.

Las edades de la clientela oscilan entre los cuatro años y los sesenta y tantos. El coste de un vestido, entre 8.000 pesetas y 30.000. Su radio de alcance es fundamentalmente la Comunidad, aunque también trabaja para Murcia, Teruel, Tarragona e incluso para Ibiza. Y como las brujas modernas no sólo viajan en escoba, sino también a través de Internet, el taller está recibiendo encargos por la red de lugares tan dispares como las Islas Canarias, Sevilla o de algunas drag queens de Austria, que le han pedido un catálogo de botas.

"No hay pecados en la moda nocturna. Juré no trabajar con determinados colores y me he dado cuenta que no se puede decir nunca jamás", explica Nieves. La noche es muy variada. Todo cabe en la cálida vida nocturna valenciana. Casi todo vale en un territorio en el que aún se puede salir de casa un jueves y volver el domingo.

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