Tribuna:

Familia

Pocas reposiciones más oportunas que los pases-homenaje que Canal + dedica a la saga de El padrino, con sus correspondientes documentales sobre el rodaje de la extraordinaria trilogía de Francis Shakespeare Ford Verdi Coppola. Nunca he sido defensora de la familia, ni siquiera partidaria a tiempo parcial. Sin embargo, repantigada ayer en mi sofá, valoré algunas de las ventajas de pertenecer al entorno de mis queridos Corleone. Que el marido te martiriza a golpes: toma, Carlo, un billete de ida sin vuelta al más allá. Que un allegado comete traición: a ver si te tomas la cicuta tal que S...

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Pocas reposiciones más oportunas que los pases-homenaje que Canal + dedica a la saga de El padrino, con sus correspondientes documentales sobre el rodaje de la extraordinaria trilogía de Francis Shakespeare Ford Verdi Coppola. Nunca he sido defensora de la familia, ni siquiera partidaria a tiempo parcial. Sin embargo, repantigada ayer en mi sofá, valoré algunas de las ventajas de pertenecer al entorno de mis queridos Corleone. Que el marido te martiriza a golpes: toma, Carlo, un billete de ida sin vuelta al más allá. Que un allegado comete traición: a ver si te tomas la cicuta tal que Séneca. Cómodo y rápido.Lo oportuno de la revisión se me ha revelado precisamente esta mañana, en que he vuelto a ser víctima de la necesidad de ponerme en manos de la sabiduría de los informáticos. Dos impresoras, dos, en estado de catalepsia total durante semanas. Viene el técnico y, tócate otra vez las narices, Sam: la más astuta (no en vano tiene un láser dentro) se pone a funcionar como una loca con una simple mirada del visitante; y la otra, que acusa falta de carrete de tinta y me costó un pastón, resulta que se trata de un modelo tan sofisticado que hay que pedir el cartucho a la UE.

Y, mientras tanto, el virus. Un capullo de virus que sólo funciona con según quién y va a parar a según cuál, que los antivirus más avanzados no detectan pero los más atrasados sí, y todos como locos: el técnico, la señorita desconocida que me atiende desde el servidor que me conecta a Internet, mi señora portera y hasta mi perro. La informática es otro territorio en el que sólo me podría adentrar con seguridad de la mano de Michael Corleone. Aunque posiblemente sentiría la misma impotencia que Al Pacino experimenta, al final, ante las argucias del Vaticano.

Por mucho que deteste a la familia tradicional, no dejo de ver las ventajas que un clan consanguíneo como el de El padrino ofrece a sus integrantes (aparte de beneficiarse de un primo como Andy García, a quien yo le hubiera practicado una previa depilación pectoral a la cera); la primera y principal sería poder decirle a alguien: "Anda, acompaña a la Informática a pescar al lago, y déjale rezar antes un avemaría." Y glubs, glubs, señor Gates.

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