FÚTBOL La resaca de la jornada. EL PERSONAJE - XAVI

El 'chófer' del Barça

El mediocentro, tras llegar de Sydney, ha devuelto el orden a su equipo

"¡Qué tontería! Yo no soy el salvador del Barça", dice hastiado Xavi, el centrocampista azulgrana, cansado de escuchar la misma canción desde que llegó de Australia. "Un equipo lo conforman once futbolistas; uno solo no puede hacer nada". Quizá. Pero los azulgrana necesitaban a este joven jugador (Terrassa, 1980) como el agua. Alguien, como dijo el técnico Llorenç Serra Ferrer, capaz de leer el juego, de acompasar el ritmo, de templar el partido. Algo así como un director de orquesta. La figura del mediocentro que creció con el ideario de Cruyff y que sin ella el Barça se siente huérfano. Xavi...

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"¡Qué tontería! Yo no soy el salvador del Barça", dice hastiado Xavi, el centrocampista azulgrana, cansado de escuchar la misma canción desde que llegó de Australia. "Un equipo lo conforman once futbolistas; uno solo no puede hacer nada". Quizá. Pero los azulgrana necesitaban a este joven jugador (Terrassa, 1980) como el agua. Alguien, como dijo el técnico Llorenç Serra Ferrer, capaz de leer el juego, de acompasar el ritmo, de templar el partido. Algo así como un director de orquesta. La figura del mediocentro que creció con el ideario de Cruyff y que sin ella el Barça se siente huérfano. Xavi regresó en Anoeta y devolvió al equipo su orden natural con un 0-6 para huir de la melancolía.O por Internet o por las noticias de los periodistas. Xavi no salía de su asombro en Sydney, dónde condujo a España hasta la medalla plata -y casi hasta el oro porque él abrió el marcador ante Camerún- cuando conocía día a día la caída del Barça. El 3-1 en San Mamés; el 3-0 en Turquía, el 0-2 ante el Milan y el 2-0 en Riazor. Serra Ferrer no tenía a Guardiola, lesionado, y sólo podía seguir a Xavi por televisión. "Me hubiera ido muy bien que se hubiera quedado aquí", llegó a decir el técnico.

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Toda la presión cayó a su regreso sobre los hombros de este pequeño futbolista -1,68 de altura y 66 kilos-, hijo de un ex entrenador de fútbol, hermano de futbolistas (Mateu y Alex) y que, procedente del Terrasa FC, fichó por el Barça con 11 años por 50.000 pesetas. Tras dar el salto en 1998 de la mano de Van Gaal, Xavi ha crecido a la sombra de Guardiola: le ha suplido por sus lesiones o cuando el técnico le pasó factura por pensar distinto. No le ganan a Xavi en honestidad: primero salvó del cargo a Van Gaal en 1998 con un un gol en Valladolid (0-1) y tiempo después dijo que el Barça sufría por no llenar la medular. Van Gaal no le perdonó su clarividencia táctica. Pero ya no está. Y Guardiola, su modelo, sigue roto. Vuelve a ser la hora de este joven que vive con su familia, amante del tenis y del mar, tentado hace un año por el Juventus -el Barça le renovó hasta el 2007 y su cláusula es de 2000 millones- y que soporta con naturalidad la presión de quién ha sido campeón del mundo sub 20 en Nigeria y el mejor olímpico. Liberado de la dictadura de la libreta, Xavi implora tras el 0-6 por la cordura: "Ni éramos tan malos ni ahora tan buenos. Es el punto intermedio". Tiene 20 años. Falta que ahora le hagan caso.

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