Cartas al director

Bienvenido, inmigrante

Contagiados de la velocidad de la historia y la precaria voracidad del presente, miles de miles de personas se disponen cada día, cada hora que pasa, a incrementar las cifras de desplazados, nuevos vagabundos del mundo. América del Sur, Asia, África son los espacios que destacan en el punto de salida de esta particular carrera muchas veces sin fin glorioso, porque simplemente no se alcanza la meta deseada. Justo en la zona de llegada, los elegidos con entrada, miramos con mayor o menor interés, según sea el balance informativo del movimiento diario de carrera en nuestros estadios...

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Contagiados de la velocidad de la historia y la precaria voracidad del presente, miles de miles de personas se disponen cada día, cada hora que pasa, a incrementar las cifras de desplazados, nuevos vagabundos del mundo. América del Sur, Asia, África son los espacios que destacan en el punto de salida de esta particular carrera muchas veces sin fin glorioso, porque simplemente no se alcanza la meta deseada. Justo en la zona de llegada, los elegidos con entrada, miramos con mayor o menor interés, según sea el balance informativo del movimiento diario de carrera en nuestros estadios-fronteras. Como siempre no estará de más exigir a los políticos seriedad, compromiso y planes concretos ante esta situación. A algunos les preocupa más el tema nigeriano o camerunés sólo si el desplazado es un deportista de élite. Sin embargo, ante la común tardanza política, los ciudadanos deberíamos entender que, una vez más, nos toca a la gente simple liderar y ser parte activa de este momento. Poniéndonos, sin duda alguna, del lado justo en que la carrera tiene un ser humano como protagonista. Por ello, la actitud de José Saramago, encabezando esa marcha en Arrecife de Lanzarote, o la de ese desconocido "tarifeño" que se echa al hombro al exhausto emigrante que aparece en la portada de EL PAÍS, no son más que dos ejemplos de cuál es el lugar en que se reparten los dorsales, y como siempre, la historia en juego. Si será cierto que hasta el fotógrafo de EL PAÍS dice llamarse Bienvenido. ¡Bienvenido, inmigrante, al mundo te guarde Dios!- Antonio Zafra Romero. Zuheros, Córdoba.

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