Cartas al director

Mafaldas y Manolitos

Leo con sorpresa que en Alcalá de Henares, según reza el título de un artículo reciente, "se buscan Mafaldas y Manolitos". Al parecer la idea consiste en seleccionar las niñas y niños que más se parezcan a los famosos personajes de Quino, para completar el homenaje que la Universidad alcalaína va a rendir, en octubre, al dibujante argentino, nombrándolo catedrático honorífico. Más allá del homenaje en sí, que es muy merecido y permite situar la enorme aportación del autor de Mafalda en el campo que más le corresponde -el humor gráfico mas que el cómic- la idea no sólo evidencia la treme...

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Leo con sorpresa que en Alcalá de Henares, según reza el título de un artículo reciente, "se buscan Mafaldas y Manolitos". Al parecer la idea consiste en seleccionar las niñas y niños que más se parezcan a los famosos personajes de Quino, para completar el homenaje que la Universidad alcalaína va a rendir, en octubre, al dibujante argentino, nombrándolo catedrático honorífico. Más allá del homenaje en sí, que es muy merecido y permite situar la enorme aportación del autor de Mafalda en el campo que más le corresponde -el humor gráfico mas que el cómic- la idea no sólo evidencia la tremenda afición por el esperpento que hay en este país, sino también una tendencia a infantilizar la célebre tira cómica, a dejarla en sus aspectos más superficiales, a borrar su carga antisistema, su sentido contestatario y subversivo; y, en suma, a identificar sus personajes -y por ende, el sentido global de Mafalda- con los niños, sus gustos y sus ideas. Mafalda fue dibujada en un contexto histórico y geográficamente muy definido, pero su valor y su sentido eran y son universales e intemporales. La idea de renovar y ampliar el público lector de Mafalda hasta incluir en éste a los niños carece, en mi opinión, de sentido, sencillamente porque Mafalda no fue nunca, ni es, ni será, una historieta para niños, sino para adultos. Su feroz pesimismo, su lúcida y ácida mirada sobre la familia, la sociedad y la vida, están ahí, viñeta tras viñeta, para corroborarlo. Habría que tener más cuidado para que los homenajes no sirvan para trivializar lo homenajeado. A fuerza de homenajes, acabaremos por leer en la prensa que a Mafalda le gustaba la sopa.-

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