BIENAL DE FLAMENCO

¡Más de lo bueno en el Hotel Triana!

La noche de Las Tres Mil (nombre con el que se conoce a un barrio sevillano) en la Bienal cumplió sobradamente con las expectativas creadas. El patio del Hotel Triana, el olor a albero y el ambiente distendido volvieron a erigirse en receta mágica de la madrugá trianera.La actuación comenzó con el cante valiente de El Boquerón por seguiriyas de Paquirri el Guanté, El Marrurro y rizando el rizo por El Loco Mateo. La noche no podía empezar mejor, así que con el ambiente algo más cálido llegaron los tangos, los fandangos de un joven apodado El Rente y la genial patá por soleá de El ...

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La noche de Las Tres Mil (nombre con el que se conoce a un barrio sevillano) en la Bienal cumplió sobradamente con las expectativas creadas. El patio del Hotel Triana, el olor a albero y el ambiente distendido volvieron a erigirse en receta mágica de la madrugá trianera.La actuación comenzó con el cante valiente de El Boquerón por seguiriyas de Paquirri el Guanté, El Marrurro y rizando el rizo por El Loco Mateo. La noche no podía empezar mejor, así que con el ambiente algo más cálido llegaron los tangos, los fandangos de un joven apodado El Rente y la genial patá por soleá de El Bobote y El Eléctrico.

De este modo les llegaba el turno a Tere Gómez, Eli Gómez, Emi Jiménez y Noemi Vizarraga, cuatro chiquillas que se defendieron a la perfección por tangos y bulerías con pataítas incluidas.

La pesa de la olla estaba a punto de comenzar a silbar, cuando apareció sobre las tablas Rafael Amador, rememorando aquellos tiempos gloriosos de Pata Negra y su himno flamenco a Sevilla.

Tras el descanso vino más de lo bueno: Juana la del Revuelo, El Bobote, El Eléctrico, Martín Revuelo, Luisa Jiménez, Los Farruquitos y por fin la guitarra y el buen gusto de Paco Fernández que se resistían a aparecer en esta XI edición de la Bienal y que gracias a la casualidad llenó de notas flamencas y bordonazos el patio trianero, desafiando a los mengues con su chaqueta amarilla.

Juana le echó todas las ganas del mundo a sus tangos canasteros y fandangos. Sin embargo aquellas bulerías "a mi tío Triana" y posteriormente a los Farruquitos estuvieron a la altura de las circunstancias. Destacar a alguien por encima del resto en un espectáculo de dos horas que dejó al respetable con la miel en los labios, sería injusto.

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