Tribuna:

Espiral

Se dijo que Recalde estaba clínicamente muerto y luego resultó que a pesar de tener la mandíbula rota por una bala dio instrucciones para ser atendido y puso sus 70 años de experiencia vital al servicio de no perder la libertad de escoger entre el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la inteligencia. Fue esta plataforma de intelectuales antifranquistas de los Comín, Fernández de Castro, Rincón, Cerón, Aumente... la que mayor uso hizo de la reflexión de Gramsci. Al tiempo en que se confirmaba la salvación de Recalde, se inauguraba el museo Chillida, una de las más sugestivas ofertas cultu...

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Se dijo que Recalde estaba clínicamente muerto y luego resultó que a pesar de tener la mandíbula rota por una bala dio instrucciones para ser atendido y puso sus 70 años de experiencia vital al servicio de no perder la libertad de escoger entre el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la inteligencia. Fue esta plataforma de intelectuales antifranquistas de los Comín, Fernández de Castro, Rincón, Cerón, Aumente... la que mayor uso hizo de la reflexión de Gramsci. Al tiempo en que se confirmaba la salvación de Recalde, se inauguraba el museo Chillida, una de las más sugestivas ofertas culturales de Europa no ya por la significación del artista, sino porque es toda ella una instalación que propone el encuentro de la mirada con todos los enigmas de la construcción y deconstrucción del espacio y el tiempo. Ese espacio es a la vez el ámbito de un museo que se mide por hectáreas y el País Vasco en su totalidad con la versión totémica que ha querido darle Chillida. En cuanto al tiempo, participa a la vez de toda una vida del escultor -un bolero, como todas las vidas-, de toda la historia del arte posibilitadora de estos vacíos y volúmenes, de esta posibilidad de ver, y del tiempo histórico pegadito al bolero. Tanta relación hay de tiempos y espacios cortos con el tiempo y el espacio largos, que a pocos metros de la instalación, ETA había construido su propia alternativa, como si la simple posibilidad de bombardear la inauguración, pocas horas después de haber tratado de asesinar a Recalde, corrigiera la perspectiva de lo sucedido y de lo que podía haber sucedido.Recalde seguirá al servicio de ideas de libertad y emancipación que la inteligencia no pudo enfriarle y la instalación Chillida ahí está, como un paraíso de memorias, por más que pueda bombardearla ETA, como contribución a nuevas posibles lecturas de este museo cosmogónico, el terror como signo incorporado. Al margen de los dos milagros, la salvación de Recalde y el museo Chillida, volvemos a estar dentro de esa espiral calificada de la violencia, como si eso ayudara a evitar su condición de espiral. Esa línea donde se encuentran lo geométrico y lo terrible.

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