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LUCIFER RECIBE A SUS FIELES EN EL AKELARRE DE CERVERA Alba Tosquella

Ya nadie quiere ir al cielo. El infierno es más divertido. Y si no, que se lo pregunten a las 40.000 personas, en su gran mayoría jóvenes, que la noche del sábado desbordaron las calles de la población leridana de Cervera, convertidas en lo más parecido al hogar de Lucifer. Es el Akelarre, una cita de brujas y demonios debidamente ataviados con sus mejores galas, que se ha convertido en toda una tradición de finales de agosto.En este primer año del milenio (¿o último?) las referencias al apocalipsis eran inevitables y por eso la escenografía tuvo como protagonista un espectacular caballo de ci...

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Ya nadie quiere ir al cielo. El infierno es más divertido. Y si no, que se lo pregunten a las 40.000 personas, en su gran mayoría jóvenes, que la noche del sábado desbordaron las calles de la población leridana de Cervera, convertidas en lo más parecido al hogar de Lucifer. Es el Akelarre, una cita de brujas y demonios debidamente ataviados con sus mejores galas, que se ha convertido en toda una tradición de finales de agosto.En este primer año del milenio (¿o último?) las referencias al apocalipsis eran inevitables y por eso la escenografía tuvo como protagonista un espectacular caballo de cinco metros sobre el que cabalgaban los cuatro jinetes del Apocalipsis: la Guerra, el Hambre, la Peste y la Muerte. Durante toda la noche, los correfocs llenaron el ambiente de fuegos artificiales y música, y los asistentes, entre humo y efluvios etílicos propios de toda orgía que se precie, invocaban con fervor al Señor del Mal.

Afortunadamente, el Macho Cabrío, gran protagonista de la noche y del infierno, no faltó a su cita y a las cuatro de la madrugada hizo su aparición escenificando la cópula con las brujas y lanzando litros de espuma que, pese a su escasa efectividad fertilizadora, desataron la locura del público. Era la apoteosis final.

Mientras tanto, lejos del jolgorio de las calles, otras brujas y magos se esforzaban por revestir de algo de seriedad a la fiesta. Es la feria del Gran Boc que cada año, coincidiendo con el Akelarre, reúne en Cervera a especialistas en artes esotéricas y magias de todo tipo que ofrecen sus servicios a quien lo desee y participan en conferencias y reuniones sobre esta materia que tantas pasiones sigue desatando.

Durante todo el fin de semana, y también de noche, los "endemoniados" que buscaban un descanso al ajetreo de las calles acudían a ellos, que no perdían la ocasión para tirarles las cartas, leerles la mano o, simplemente, venderles algún producto con el que les aseguraban que su vida iba a mejorar. Sólo faltaría.

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