Arranque controlado en Montjuïc

Habrá que ir a la vuelta para saber del titular de la Supercopa porque la ida no resolvió nada. Al Espanyol le faltó una pizca de suerte y algo de tralla, cosa normal en un arranque de curso, para tumbar al Deportivo, que ganseó más de la cuenta. Pero entre el bochorno, la pretemporada y el estado de locales y forasteros, nadie se quejó por un resultado que entraba en las cábalas.Uno y otro técnico hicieron honor al torneo desde las alineaciones, como si quisieran dirimir en igualdad de condiciones quien fue el mejor equipo del curso pasado, sin atender cuanto ha pasado en la pretempora...

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Habrá que ir a la vuelta para saber del titular de la Supercopa porque la ida no resolvió nada. Al Espanyol le faltó una pizca de suerte y algo de tralla, cosa normal en un arranque de curso, para tumbar al Deportivo, que ganseó más de la cuenta. Pero entre el bochorno, la pretemporada y el estado de locales y forasteros, nadie se quejó por un resultado que entraba en las cábalas.Uno y otro técnico hicieron honor al torneo desde las alineaciones, como si quisieran dirimir en igualdad de condiciones quien fue el mejor equipo del curso pasado, sin atender cuanto ha pasado en la pretemporada, respetando hasta donde pudieron lo ocurrido en mayo. Jugaron el Espanyol y el Deportivo prácticamente con los jugadores que alzaron la Copa y la Liga, prescindiendo de los fichajes, y a partir de un planteamiento ya muy sabido.

ESPANYOL 0 DEPORTIVO 0

Espanyol: Mora; Cristóbal, Nando, Pochettino, Navas; Toni Velamazán (De Lucas, m. 72), Sergio, Galca, Arteaga (Iván Díaz, m.72); Martín Posse (Óscar, m. 54) y Tamudo.Deportivo: Songo´o; Manuel Pablo, Donato, Naybet, Romero; Mauro Silva, Jokanovic; Víctor (Duscher, m. 74), Djalminha (Diego Tristán, m.76), Fran; y Pauleta (Turu Flores, m. 56). Árbitro: Ansuategui Roca, de colegio valenciano. Mostró la tarjeta amarilla a Navas por agarrón a Diego Tristán. Unos 17.000 espectadores en el estadio Olímpico de Montjuïc. Partido de ida de la Supercopa de España entre el campeón de Liga (Deportivo) y el de Copa (Espanyol) de la pasada temporada. Noche muy calurosa. Antes del encuentro se guardó un minuto de silencio por las víctimas del atentado de ETA en Sallent de Gállego. El encuentro de vuelta se jugará en Riazor el domingo.

Nada nuevo en el Espanyol, que lleva largo tiempo con la misma orquesta. Jugó Mora por Cavallero, traspasado, y Navas ejerció de lateral zurdo ante las bajas de Roger y Toledo. Irureta fue igualmente fiel con los campeones, así que incluso jugaron Naybet, Jokanovic y Djalminha, cosa que se suele agradecer, mientras guardaban tanda los nuevos fichajes como Molina.

Desde el conocimiento propio y ajeno, el partido guardó gran parecido a cualquier enfrentamiento del año pasado. Nadie se extrañó en la cancha. Sabedor de que su suerte pasa por la fiabilidad defensiva, el Espanyol se parapetó de medio campo hacia su portería y se soltó en cada robo de balón. Un fútbol que exige concentración y tensión por una parte y paciencia por otra. No hay partido en que a base de ritmo no se gane unas cuantas ocasiones, pues Posse juega con precisión entrelíneas y Tamudo es tan trabajador como pillo.

A la que Pochettino dio un paso al frente y Galca y Sergio adelantaron la línea de recuperación, el Espanyol acabó con el tiqui-taca del Deportivo, que salió a la cancha muy festivo, con Djalminha tocando por ahí y por allá y Víctor metiendo zapatazos. Los gallegos recularon de mala manera, tanto que Cristóbal centró con reiteración por el carril derecho y Posse remató cruzado dos y tres veces, aprovechando la movilidad de Tamudo, un ariete de muy difícil control.

Ante el apretón del Espanyol, el Deportivo entró en calor. Juntó líneas y conectó arriba con Pauleta, fallón en el remate pero ofreciéndose reiteradamente, aunque los jugadores de segunda línea tardaban demasiado en llegar. Los españolistas se desplegaron con más uniformidad y velocidad, pese a que la solvencia de Manuel Pablo obligó al grupo de Flores a decantarse por banda derecha. Le faltó el gol al Espanyol para coronar su faena, cosa que aprovechó el Deportivo para imponer su fútbol de toque y control. El partido durmió durante el segundo tramo en el regazo del colectivo gallego, muy cómodo frente a un rival desorientado, fiado ahora al oportunismo de Óscar, que tropezó con el larguero, y a los ataques espásmicos de Tamudo.

Acusó el Espanyol el mal partido de Nando, desfondado, y el Deportivo apuntó con insistencia tanto a balón parado como en movimientos del delantero centro. El bajón local le permitió gobernar el choque sin otro sobresalto que un segundo balón al palo, batido Songo´o.

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