Tribuna:

¿Qué?

Las frecuentes declaraciones públicas en favor del diálogo con PNV, HB o ETA (según la intensidad abertzale del declarante) pueden sugerir que tal es el problema: dialogar o no dialogar; sin embargo, las invitaciones a dialogar son como las invitaciones a circular con prudencia: ni unas ni otras tienen la menor influencia sobre el número de víctimas. Tanto en el País Vasco como en las carreteras, la causa eficiente de las muertes es, a imagen de Dios, incognoscible. Así que en nada va a influir la buena voluntad privada o pública. El buen comportamiento no impedirá ni una sola muerte. L...

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Las frecuentes declaraciones públicas en favor del diálogo con PNV, HB o ETA (según la intensidad abertzale del declarante) pueden sugerir que tal es el problema: dialogar o no dialogar; sin embargo, las invitaciones a dialogar son como las invitaciones a circular con prudencia: ni unas ni otras tienen la menor influencia sobre el número de víctimas. Tanto en el País Vasco como en las carreteras, la causa eficiente de las muertes es, a imagen de Dios, incognoscible. Así que en nada va a influir la buena voluntad privada o pública. El buen comportamiento no impedirá ni una sola muerte. Los últimos asesinados por ETA han sido elegidos precisamente entre aquellos cuyo comportamiento era ejemplar para los nacionalistas vascos.Quizá la imposibilidad del diálogo (que no su conveniencia) se deba a esa incógnita sobre la causa eficiente de tanto muerto. Para negociar es imprescindible conocer al negociador, pero nadie conoce a ETA. A la manera de las sectas religiosas destructivas, la banda carece de identidad y sus comunicados son un puñado de tópicos perfectamente triviales. Así que sólo cabe adivinar su capacidad dialogante a partir de sus actos; a saber, los de un grupo de presión que quiere privar de sus derechos a la mitad de la población vasca con el fin de constituir un dominio privilegiado para los "naturales" elegidos por el mando militar.

Si ya es difícil negociar con Heider y sus socios católicos (tan similares al PNV), los cuales sólo quieren privilegiar a los naturales austriacos frente a los inmigrantes pobres, ¿qué se ha de negociar con Otegi, cabeza pública del grupo represor cuya ideología es incomparablemente más reaccionaria que la de Heider?

Así que a los firmantes de peticiones de diálogo (en la última de las cuales, publicada por El viejo Topo, me ha sorprendido ver la firma de Bernardo Atxaga, que es un hombre sensato) hay que pedirles alguna precisión sobre la clase de grupos con los que se debe dialogar. ¿Es necesario o conveniente negociar con grupos de la extrema derecha nacionalista y xenófoba? Y si la respuesta es afirmativa, ¿qué es lo que debe negociarse? Sin esa aclaración, están invitando a un diálogo de carmelitas.

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