Tribuna:LA HORMA DE MI SOMBRERO

Joseph Pujol o del 'pet' a la 'llufa' JOAN DE SAGARRA

El 11 de febrero de 1890, Joseph Pujol hacía su debut en el Moulin-Rouge, apenas cuatro meses después de su inauguración. El Moulin-Rouge había nacido en París con la Exposición Universal de 1889, al igual que la Torre Eiffel. Y había nacido por iniciativa de un empresario catalán, tan catalán como Joseph Pujol: Joseph Oller (Oller había empezado instalando unas montañas rusas en el Boulevard des Capucines -que en 1893 se convertirán en el Olympia- y luego había adquirido el Bal de la Reine Blanche para levantar en él el Moulin-Rouge y el Jardin de Paris, que más tarde trasladaría a los Campos...

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El 11 de febrero de 1890, Joseph Pujol hacía su debut en el Moulin-Rouge, apenas cuatro meses después de su inauguración. El Moulin-Rouge había nacido en París con la Exposición Universal de 1889, al igual que la Torre Eiffel. Y había nacido por iniciativa de un empresario catalán, tan catalán como Joseph Pujol: Joseph Oller (Oller había empezado instalando unas montañas rusas en el Boulevard des Capucines -que en 1893 se convertirán en el Olympia- y luego había adquirido el Bal de la Reine Blanche para levantar en él el Moulin-Rouge y el Jardin de Paris, que más tarde trasladaría a los Campos Eliseos).Oller había puesto la dirección del Moulin-Rouge en manos de Charles Zidler, a quien Joseph Pujol fue a pedirle trabajo el 8 de febrero de 1890, tres días antes de su glorioso debut. Zidler era un profesional y como tal no se quedó perplejo cuando Joseph Pujol le dijo que su número consistía en beber y cantar por el culo. "Je suis le pétomane, monsieur Zidler", le dijo Joseph Pujol, "et j'ai envie de devenir le pétomane du Moulin-Rouge".

Tres días después, Joseph Pujol debutaba en el Moulin-Rouge. Pero no en la inmensa sala, la sala en la que se prodigaban la Gouloue, Valentin-le-Desossé y la célebre "quadrille naturaliste", sino en el elefante. El elefante en cuestión, un elefante de cartón piedra alto de unos 10 metros, un proboscídeo huérfano, abandonado por la Exposición Universal, se hallaba a la izquierda del Jardin de Paris. Se accedía al vientre del mismo por una escalera de caracol situada en su pata trasera, la izquierda, y una vez en su panza uno se encontraba con una sala chica, con un diminuto escenario en el que, al atardecer, unas muchachas, y no tan muchachas, de dudosa procedencia ofrecían la "auténtica danza del vientre". Allí debutó, un 11 de febrero, Joseph Pujol, Le Pétomane.

Joseph Pujol, "le catalan", había nacido en Marsella el 1 de junio de 1857, hijo de François Pujol, natural de Mataró, marmolista, y de Anne Maury, sin profesión. A los 13 años, su padre le había puesto a trabajar en una tahona, para que aprendiese el oficio de panadero, y en panadero se hubiese quedado de no ser que un buen día, bañándose con unos amigos en una calanque marsellesa, al sumergir la cabeza bajo el agua y aguantando la respiración, se percató de que un líquido frío se almacenaba, precipitadamente, en su intestino grueso. Al salir del agua, el muchacho, asustado, se ocultó tras una roca con la intención de defecar y comprobó, todavía si cabe más asustado que antes, que lo único que salía de su culo era un litro de agua de mar.

Unos pocos días más tarde, tras contárselo a su madre y llevarlo ésta al médico, Joseph Pujol supo que era un fenómeno, como la mujer barbuda o los hermanos siameses. Podía beber por el culo un litro de agua y luego expulsarlo. Pero el mozo iba para panadero. Hasta que llegó la edad de ir a la mili. Y fue allí, en el primer regimiento de húsares, con destino en Valence, donde el corneta Joseph Pujol se percató, con gran alegría de su capitán, de que lo mismo podía tocar a generala con la corneta que con su propio culo: al igual que ocurría con el agua, el intestino grueso de nuestro Pujol almacenaba una cantidad de aire que luego devolvía, de do a sol, con inusitada alegría.

Joseph Pujol dejó la tahona y, tras una tourné preparatoria por la provincia francesa, se presentó en el Moulin-Rouge, en el elefante, con un programa que, entre otros pedos, ofrecía el de la jeune fille, el de la belle-mère, el de la mariée "le soir de ses noces (petit)", el de la mariée "le lendemain des noces (plus fort)"; el pedo du maçon, el de la couturière (un pedo que duraba al menos unos 10 segundos y que imitaba, a la perfección, un tejido que se rasga); el pedo del cañón (artilleurs, a vos pièces!... Attention, feu!), para terminar invitando al público a cantar, en choeur, con él.

En escasos días, Joseph Pujol se convirtió en la gran estrella de las variedades parisienses. Y en la mejor pagada. Sarah Bernhard ganaba, en 1900, 3.000 francos diarios; Lucien Guitry, 6.500; Réjane, 7.000... ¡y Joseph Pujol ganaba 20.000!

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Como buen catalán, Joseph Pujol tuvo 10 hijos, y cuando se percató de que el culo ya no le respondía, cerró su propio teatro -el Théâtre Pompadour- y se retiró a Sain-Jean-du-Var, cerca de Toulon, donde abrió un negocio de bollería. Allí murió, en 1945, y allí fue enterrado.

Cuando falleció, la Facultad de Medicina de París ofreció una buena cantidad para hacerse con su cuerpo y poder estudiarlo, pero sus hijos se negaron. ¿Cuál era el origen de las extraordinarias virtudes del culo de nuestro Joseph Pujol? ¿Podían ser hereditarias? No se conoce, que yo sepa, que ninguno de sus 10 hijos tuviera semejantes virtudes, pero no descarto que ésas fuesen concedidas a algún antepasado o a algún pariente, próximo o lejano, que nuestro Joseph pueda tener hoy en Mataró. Ésa es una cuestión que la Generalitat debería indagar. El fenómeno Joseph Pujol plantea, de hecho, un montón de interrogantes. ¿Fue el pet la primera manifestación, jubilosa manifestación, del català? ¿Coincide la decadencia del catalán con la desaparición del pet y con la aparición del caganer? ¿Por qué el grupo Els Pets no ha sido todavía galardonado con la cruz de Sant Jordi? ¿Por qué Jorge Herralde acaba de ser galardonado con la llufa y no con el pet de Sant Jordi?

Continuará el próximo primer domingo de septiembre. Bones vacances. Como decía Francesc Pujols, "un bon pet est bien plus drôle qu'un bon mot".

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