Reportaje:

Casi un deporte autóctono

La escalada deportiva, muy arraigada en Euskadi, asombra ahora en el extranjero

Escalar es "un estado mental", aseguran. La sentencia, más apropiada para un eslogan publicitario que para aplicarla a pie de campo, provoca sonrisas de medio lado y exabruptos cínicos en los que a diario se estrellan contra la pared, cuelgan como muñecos de una cuerda. "¡Mierda de vía, de día, de tío... mierdaaaa!", se escucha en la quietud de Atxarte, una de las escuelas de escalada más solicitadas de Euskadi. El lamento se repetirá -forma parte del ritual- tanto como la parafernalia propia de una activida...

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La escalada deportiva, muy arraigada en Euskadi, asombra ahora en el extranjero

Nace un deporte

Escalar es "un estado mental", aseguran. La sentencia, más apropiada para un eslogan publicitario que para aplicarla a pie de campo, provoca sonrisas de medio lado y exabruptos cínicos en los que a diario se estrellan contra la pared, cuelgan como muñecos de una cuerda. "¡Mierda de vía, de día, de tío... mierdaaaa!", se escucha en la quietud de Atxarte, una de las escuelas de escalada más solicitadas de Euskadi. El lamento se repetirá -forma parte del ritual- tanto como la parafernalia propia de una actividad camino de convertirse en deporte autóctono por asimilación. Deporte minoritario, alejadísimo de los titulares de prensa, la escalada deportiva ha concedido recientemente las únicas dos noticias capaces de extraerla del anonimato informativo: Iker Pou y Josune Bereziartua han completado las vías más díficiles de escalada conocidas. De golpe, el público podrá recordar (si quiere) que existen en Euskadi algo parecido a dos campeones del mundo de la escalada, aunque ninguno de los dos compita de forma oficial. Sólo compiten contra sí mismos. Y baten marcas: de dificultad, pero también de fanatismo y obstinación. "Siempre ha existido un gran potencial de escaladores en Euskadi", apunta el vizcaíno Willy Bañales, una de las instituciones en la materia. Explica que "el País Vasco es uno de los lugares con más meses hábiles para la escalada que existen en Europa. Tenemos escenarios adecuados y una cultura montañera importante, con lo cual no es de extrañar que salgan figuras, sobre todo desde que adoptamos técnicas extranjeras (de Francia, sobre todo) y nos decidimos a escalar fuera. Los casos de Iker y de Josune no son aislados, fruto de la casualidad".

"Tenemos una cantera con gran proyección", corrobora Antxon Burcio, guía de alta montaña y director técnico de la Federación Vasca de Montaña, orgulloso del prestigio que merecen los escaladores de esta comunidad en el extranjero. La federación puso en marcha hace cuatro años un proyecto bautizado como Grupo de Tecnificación de Escalada, recogió los talentos más destacados de edades entre los 14 y los 18 años y asumió su formación proporcionándoles entrenamiento, orientación y subvenciones para competir. El proyecto sigue renovándose y los escaladores se reparten en tres centros: Vitoria, Azpeitia y San Sebastián. Sin embargo, la élite de la especialidad apenas cuenta con 50 representantes en el País Vasco, un freno para la popularización de la disciplina. La escalada requiere muchas horas de dedicación casi sonámbula, infraestructura y material. Y no es un deporte evidente. Organizar campeonatos es un muro contra el que rebota el entusiasmo de los organizadores, siempre a la caza de un patrocinio eternamente impuntual. Esto explica que apenas existan profesionales de este deporte, ninguno vecino de estos pagos.

Bañales empezó a escalar para sortear con holgura las dificultades que le salían al paso en la montaña, pero lo uno le llevó a apreciar mucho lo otro y acabó convirtiéndose en un gran escalador de roca. Nunca se apartó de la montaña: aquí aplicaba los conocimientos y la pericia adquiridos en la pared, en las llamadas escuelas de escalada: vías naturales equipadas con seguros artificiales para confort del escalador. En Atxarte, Bañales llegó a equipar a golpe de taladro más de 100 vías; de hecho, con la llegada de los seguros fijos en la roca, nació una actividad nueva: ya no se empleaban las escuelas como preparación para la montaña; ahora acogían una nueva modalidad denominada escalada deportiva. Paradójicamente, parte de los nuevos adeptos de la escalada por la escalada no pisaban el monte, renunciaban a las largas caminatas, a las botas y a las inclemencias del tiempo para centrarse en la dificultad. Se trataba de escalar paredes más y más verticales, más y más lisas. Así nacieron las competiciones, los campeonatos nacionales, europeos, la Copa del Mundo... Y se ensanchó el foso entre alpinistas y friquis, sujetos muy competitivos y en general alejados de la filosofía montañera.

Si el alpinismo tiene connotaciones lúdicas, la escalada deportiva tiene más de actividad fanática que de simple pasatiempo. La esencia de este deporte tiene menos que ver con la fuerza bruta que con la resistencia psicológica. Y las sensaciones enganchan: adrenalina desbocada, emoción y, en definitiva, superación son sentimientos que crean adicción. Por ahí, el eslogan publicitario acierta: escalar es un estado mental.

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Los grados del 'grado'

"Subir de grado" significa mejorar, dentro de la jerga al uso entre escaladores. La progresión o habilidad de un escalador se mide de acuerdo a una escala numérica que gradúa y acota la dificultad de las vías. La escala discurre del grado 1 al grado 9 A y contempla subgrados fijados por letras.Así, por ejemplo, una vía de cuarto grado contempla menos dificultades que una vía de 4º A, B o C. Igualmente, estos subgrados esconden otras tantas subcategorías: un 4º A + es más complicado que un 4º A, aunque las acotaciones son subjetivas.

Cuanto más elevado es el grado de la vía, menos apoyos encuentra el escalador para progresar y en grado superlativo (vías de octavo grado) el deportista progresa valiéndose de la adherencia de sus pies de gato e impulsándose sobre sus falanges a base de habilidad y resistencia en los dedos o en los antebrazos. Iker Pou se convirtió recientemente en la tercera persona que logra completar una vía de grado 9 A. Josune Bereciartua logró culminar un 8 C +, algo que ninguna escaladora había establecido con anterioridad. Ninguno de los dos vive de la escalada.

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