Tribuna:

Librerías

La que fue mi librería favorita en Valencia es desde hace unos años una tienda de lencería cara y fina. Debe de ser el signo de los tiempos que ha mudado el interés por el espíritu hacia la apología del cuerpo y sus envoltorios. Como si, por cierto, no pudieran ser compatibles ambas aficiones. Pero, en cualquier caso, la mayoría de librerías que frecuentábamos los jóvenes de la Transición han desaparecido. En apenas dos décadas aquellos decorados de estanterías, maderas, carteles, revistas y libros han pasado a la historia y con el cambio de la tramoya los actores han hecho mutis por el foro. ...

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La que fue mi librería favorita en Valencia es desde hace unos años una tienda de lencería cara y fina. Debe de ser el signo de los tiempos que ha mudado el interés por el espíritu hacia la apología del cuerpo y sus envoltorios. Como si, por cierto, no pudieran ser compatibles ambas aficiones. Pero, en cualquier caso, la mayoría de librerías que frecuentábamos los jóvenes de la Transición han desaparecido. En apenas dos décadas aquellos decorados de estanterías, maderas, carteles, revistas y libros han pasado a la historia y con el cambio de la tramoya los actores han hecho mutis por el foro. Así, los libreros apasionados por su profesión se han convertido en una especie en vías de extinción, una rareza artesanal en un mundo tecnificado, virtual y atento sólo a las cadenas de producción. Muchos de aquellos profesionales han buscado acomodo en otros menesteres, hartos de que el esfuerzo inútil condujera a la melancolía, en el mejor de los casos, y a la ruina, en el peor de los supuestos. Salvo contadas excepciones las grandes superficies han derivado en contenedores de libros donde da exactamente igual que se apilen las obras de Cervantes, García Márquez, Moliere o Musil que detergentes, galletas o bebidas alcohólicas. Ahora que tanto se habla del nivel académico de los estudiantes, sería bueno observar que buena parte de los dependientes de libros en los grandes almacenes se verían incapaces de citar tres o cuatro novelistas españoles del siglo XIX.Condenado a sobrevivir como artesanos, los libreros han capeado temporales hasta que ha llegado la tempestad impulsada por el liberalismo de los gobernantes y azuzada por los vientos de los hipermercados. Los descuentos libres en los puntos de venta para los libros de texto han llevado a lanzar un grito al cielo a un personaje tan discreto y a la vez tan poderoso como José Manuel Lara Bosch. "Las grandes superficies", ha declarado el consejero delegado del grupo Planeta, "harán una política muy agresiva y las ventas se desplazarán de las pequeñas y medianas librerías a los grandes centros. Muchas librerías tendrán que cerrar y cuando falten esos puntos de venta ¿quién venderá libros de poesía?".

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