n El hundimiento de Esparreguera seguía ayer sin aclararse

Los especialistas de la policía judicial de la Guardia Civil seguían investigando ayer las causas que ocasionaron, en la madrugada del miércoles, el hundimiento de dos inmuebles en Esparreguera (Baix Llobregat) con el resultado de tres muertos y cinco heridos. Aunque todo apunta a que el hundimiento de las viviendas fue debido a una deflagración de gas butano o propano, los agentes recogieron ayer fragmentos de los escombros para comprobar si la hipótesis es cierta.

Fuentes de la Guardia Civil informaron de que de momento se ha descartado que se trate de una fuga de gas natural porque...

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Los especialistas de la policía judicial de la Guardia Civil seguían investigando ayer las causas que ocasionaron, en la madrugada del miércoles, el hundimiento de dos inmuebles en Esparreguera (Baix Llobregat) con el resultado de tres muertos y cinco heridos. Aunque todo apunta a que el hundimiento de las viviendas fue debido a una deflagración de gas butano o propano, los agentes recogieron ayer fragmentos de los escombros para comprobar si la hipótesis es cierta.

Fuentes de la Guardia Civil informaron de que de momento se ha descartado que se trate de una fuga de gas natural porque los edificios, muy antiguos, carecían de este servicio. En las viviendas derrumbadas se encontraron varias bombonas de butano, y en la tienda de comidas preparadas que ocupaba los bajos del inmueble situado en el número 2 de la calle de Beato Domènech i Castellet había bombonas de gas propano. Este local tenía todos los permisos en regla, según el alcalde de Esparreguera, Xavier Sitjà.Unas 500 personas asistieron ayer por la mañana al entierro de Rafaela Beltrán Peralbo, de 64 años, que vivía en el tercer piso de uno de los dos edificios junto a su marido, Manuel Bermúdez, que ayer seguía hospitalizado. Además del entierro de Rafaela Beltrán, ayer por la tarde se celebró el sepelio de las otras dos víctimas: Severiano Carmona Palma, de 32 años, y su cuñada Encarnación Jaraba Gordillo, de 42. Unas 1.000 personas dejaron en esta ocasión pequeña la iglesia de Santa Eulàlia, cuyas vidrieras también resultaron afectadas por la explosión.

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