Alejandro contra el cazabombardero

Alejandro, un turolense de 12 años, puede fardar este verano de una herida de guerra fruto nada más y nada menos que de una pelea con un F-18. Presumirá porque sólo fueron siete puntos de sutura los que tuvo que recibir tras caer el techo de su clase sobre él y sus 30 compañeros de primero de ESO en el colegio Las Anejas, de Teruel, poco antes de las 10 de la mañana de ayer, presumiblemente a causa de que un cazabombardero rebasó la barrera del sonido sobre la cabeza de Alejandro. El Mando Aéreo de Levante. confirmó que ayer se realizaron ejercicios de vuelo en esa zona. Cuando un aparato viaj...

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Alejandro, un turolense de 12 años, puede fardar este verano de una herida de guerra fruto nada más y nada menos que de una pelea con un F-18. Presumirá porque sólo fueron siete puntos de sutura los que tuvo que recibir tras caer el techo de su clase sobre él y sus 30 compañeros de primero de ESO en el colegio Las Anejas, de Teruel, poco antes de las 10 de la mañana de ayer, presumiblemente a causa de que un cazabombardero rebasó la barrera del sonido sobre la cabeza de Alejandro. El Mando Aéreo de Levante. confirmó que ayer se realizaron ejercicios de vuelo en esa zona. Cuando un aparato viaja a una velocidad mayor que la del sonido se produce una onda o boom sónico que puede causar daños en la superficie terrestre por lo que las normas obligan a realizar ese ejercicio a gran altura. El Ejército ha abierto una investigación para determinar si no se cumplió esa exigencia o el estampido llegó a tierra por determinadas condiciones meteorológicas.

Pero los F-18 llevan mucho tiempo dando guerra en esta zona (y otras) de Aragón, según los vecinos. "Es inaudito, llevamos años soportando los vuelos y los estampidos; lo de hoy [por ayer] es el colmo", se indigna Ángel Torres, director del colegio siniestrado. La luna de una puerta se hizo añicos, otras resultaron rajadas y la clase de Alejandro no se podrá volver a usar hasta el próximo curso. "Llevo años tranquilizando a los chavales y diciéndoles que no pasa nada, hasta que ha pasado. Los ruidos son insufribles, no tenemos por qué dar clase con estos sobresaltos", añade Torres. El 13 de marzo un piloto murió tras colisionar dos F-18 en vuelo, a escasos metros del casco de Ejea de los Caballeros (Zaragoza).

Pero el estampido no afectó sólo al colegio. Las lunas de un concesionario de coches estallaron y ahora tanto el Ayuntamiento como el colegio han pedido explicaciones al Ejército que ayer tarde envió una comisión a Teruel para investigar lo ocurrido. "No estamos en contra de los ejercicios del Ejército, estamos en contra de que rompan la barrera del sonido sobre nuestras cabezas", insiste Torres. Alejandro podrá mostrar su cicatriz, pero la batalla ayer no logró que el curso termine antes y con sus compañeros se traslada hoy a otro centro.

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