EUROCOPA2000La jornada de ayer

Anelka, poco activo y desconectado

Si Zidane fue el guía de Francia, y Henry su puñal para agujerear a Dinamarca, Anelka fue un personaje lateral en el triunfo de su equipo. No se ofreció lo suficiente, ni siquiera cuando tiene a su espalda al mejor faro del fútbol mundial (Zidane, por supuesto). Desde la distancia despierta extrañas sensaciones, parece como si le resultara un suplicio pasarse las tardes tras una pelota. Poco activo, fue de más a menos, cuando la tarde le invitaba a darse un empacho frente a la portería enemiga.Escaso de actitud, su intervención en el estreno de Francia, donde no tiene asegurado un puesto de ti...

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Si Zidane fue el guía de Francia, y Henry su puñal para agujerear a Dinamarca, Anelka fue un personaje lateral en el triunfo de su equipo. No se ofreció lo suficiente, ni siquiera cuando tiene a su espalda al mejor faro del fútbol mundial (Zidane, por supuesto). Desde la distancia despierta extrañas sensaciones, parece como si le resultara un suplicio pasarse las tardes tras una pelota. Poco activo, fue de más a menos, cuando la tarde le invitaba a darse un empacho frente a la portería enemiga.Escaso de actitud, su intervención en el estreno de Francia, donde no tiene asegurado un puesto de titular, casi se redujo a fallar dos goles -un disparo con el guardameta danés Schmeichel rendido y la portería abierta de par en par y un remate de cabeza diáfano que escupió el balón contra una valla publicitaria-.

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Su otra aparición relevante en el encuentro de ayer desembocó en el fantástico primer gol francés. Justo cuando Francia estaba más enredada en el laberinto danés, Blanc dejó la cueva. Siempre con la vista por encima del flequillo, descubrió a Deschamps y no se le ocurrió otra cosa que tirar una pared, esa suerte del fútbol que antaño justificaba la taquilla y hoy sólo se recuerda en blanco y negro. No contento con la primera osadía, Blanc buscó otra tuya-mía con Henry, pero éste advirtió la posición de Anelka, que llegó una centésima antes que Schmeichel al balón, pero sin la suficiente holgura como para driblarle. Al francés sólo le dio para tocar la pelota y evitar que el guardameta danés se hiciera con ella. El rechace del portero le cayó a Blanc, que apuró hasta el final la aventura que había comenzado 80 metros atrás.

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