Tribuna:

Lo de la tele

JUVENAL SOTO

Contrasta la postura que mantienen los populares andaluces en torno al nombramiento del director de la RTVA con la que sostiene y no enmienda el Gobierno del PP sobre la designación del director de RTVE. Si en Andalucía Antonio Sanz, secretario general del PP-A, pretende que el regidor de la televisión pública sea elegido por la Cámara autonómica -así será, pues ya conocen ustedes la historia de cierta "irregular" votación, según Gaspar Zarrías, del Parlamento andaluz sobre este asunto-, en el Madrid de Aznar y sus gentes se proclama que es potestad del Ejecutivo nombrar al...

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JUVENAL SOTO

Contrasta la postura que mantienen los populares andaluces en torno al nombramiento del director de la RTVA con la que sostiene y no enmienda el Gobierno del PP sobre la designación del director de RTVE. Si en Andalucía Antonio Sanz, secretario general del PP-A, pretende que el regidor de la televisión pública sea elegido por la Cámara autonómica -así será, pues ya conocen ustedes la historia de cierta "irregular" votación, según Gaspar Zarrías, del Parlamento andaluz sobre este asunto-, en el Madrid de Aznar y sus gentes se proclama que es potestad del Ejecutivo nombrar al responsable de esa cosa que llamamos la tele y que por tantos motivos nos pone a los españoles la cabeza como un bombo.

Sin pretender entrar en el carácter irregular o no de esa decisión del Parlamento andaluz, tampoco estaría de más que el conflicto desatado por la reiterada votación desembocase en un verdadero debate social sobre el contenido de la RTVA; un debate en el que a ser posible participase un más que considerable número de andaluces, pues la mayoría de los ciudadanos que en Andalucía vivimos somos los afectados directamente por el asunto, y obsérvese que escribo afectados como sinónimo de damnificados, porque lo cierto es que, tras una sola hora de contemplar lo retransmitido por Canal Sur y Canal 2 Andalucía, de damnificados se impone hablar, tanto por lo que de dinero nos cuesta a los andaluces dicha retransmisión como por la escasa rentabilidad cultural e informativa que a la inversión es posible obtenerle.

No se trata de que ese mal, el de su impresentabilidad, sea achacable en exclusiva a la RTVA, es que me parece que un Gobierno mayoritariamente formado por socialistas y presidido por un socialista debiera tener muy presente la función cultural que ha de arrogarse para sí la televisión pública, frente a otros gobiernos nada socialistas en los que la diferencia entre lo público y lo privado no está tan clara quizás porque se pretenda acabar con lo primero a costa de lo segundo, y ahí queda la Sanidad de Villalobos como mejor prueba de lo que afirmo.

Si Aznar y sus gentes desean que RTVE se consolide como el bobalicón espectáculo que ya es, allá Aznar y sus gentes con las responsabilidades que un día podamos exigirles los españoles por tanta necedad a un precio de emisión tan cuantioso. Lo que no parece acorde con principio socialista alguno es que la televisión pública andaluza circule por caminos semejantes a los de RTVE en lo que a bobaliconería y pésima gestión no sólo económica se refiere.

Si el Gobierno del PP desea vigorizar la idiocia televisiva como método de conocimiento, que sea el Gobierno mayoritariamente socialista de Andalucía el que establezca las diferencias entre imbecilidad y razón, en el sentido ilustrado del término; si el Gobierno del PP utiliza RTVE como un instrumento para la consecución de sus interesados fines partidistas, que sea el Gobierno mayoritariamente socialista de Andalucía el que demuestre que la televisión pública puede ser un instrumento al servicio exclusivo de los intereses de quienes la pagamos; si para el PP RTVE es un cortijo con un único amo conocido, que sea el PSOE el que demuestre que la RTVA es todo lo contrario.

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