El azuzador de actores

El director de escena Miguel Narros enseña en Sevilla a 20 actores a crear personajes de carne y hueso

Si fuera un personaje de uno de esos libros sobre las buenas maneras con los que atormentaban a nuestros abuelos en el colegio, sería el niño impertinente que no para de azuzar ni de preguntar. Miguel Narros (Madrid, 1928) hace ya bastante que se levantó del pupitre pero conserva ese espíritu provocador e inquieto imprescindible para cualquier creador.Narros, uno de los directores de escena más prestigiosos del país, lleva casi todo el mes "importunando" con preguntas e increpaciones a una veintena de actores que asisten en Sevilla a un curso de interpretación. No es que el director le tenga m...

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Si fuera un personaje de uno de esos libros sobre las buenas maneras con los que atormentaban a nuestros abuelos en el colegio, sería el niño impertinente que no para de azuzar ni de preguntar. Miguel Narros (Madrid, 1928) hace ya bastante que se levantó del pupitre pero conserva ese espíritu provocador e inquieto imprescindible para cualquier creador.Narros, uno de los directores de escena más prestigiosos del país, lleva casi todo el mes "importunando" con preguntas e increpaciones a una veintena de actores que asisten en Sevilla a un curso de interpretación. No es que el director le tenga manía a sus alumnos, sino que se trata del método que emplea para conseguir que los actores creen personajes de carne y hueso.

"Mátala con la mirada", le gritaba ayer a Lola García Jiménez, después de repetir diez veces la misma escena. La actriz onubense ha escogido para su ejercicio el acto tercero de Las tres hermanas, de Chejov, y se supone que debe estar indignada con su interlocutora, interpretada Lola Botello. "Debemos encontrar las tensiones porque aquí hay un momento de provocación muy fuerte", explicaba Narros en la clase que impartió ayer en San Luis, en la sede del Centro Andaluz de Teatro (CAT).

El director ha hecho una excepción al aceptar la propuesta de José Carlos Plaza, responsable del Centro de Estudios Escénicos de Andalucía, para dar un curso de un mes a una veintena de actores profesionales andaluces. Justificación de la palabra a través del diálogo interior. Cómo debe utilizar el actor el diálogo interno, es el título del taller que se prolongará hasta el 9 de junio.

"Estoy acercándome a la verdad encima de un escenario. Justo lo que yo buscaba. Tengo tantas preguntas que, sino las apunto se me olvidan", decía ayer Antonia Gómez, actriz de 28 años con diez años en la profesión. "En los montajes que he participado hasta ahora se prestaba más atención a lo corporal, ahora es cuando estoy aprendiendo a interpretar", añade la actriz que interviene en El gran teatro del mundo, de Calderón, con el grupo Territorio de Nuevos Tiempos.

"En Sevilla hay mucha gente que trabaja a partir de la máscara y obtienen buenos resultados, pero otros se quedan en la parte más superficial de la técnica", apunta Sebastián Haro, que actualmente protagoniza Cyrano de Bergerac, de Edmond Rostand, con la compañía granadina Histrión Teatro.

Lola Botello, una de las componentes de Valiente Plan, es la única de cuantos asisten al curso que había trabajado antes con Narros. Participó en Las de Caín, la obra de los hermanos Álvarez Quintero que montó por encargo del Centro Andaluz de Teatro en 1991. A la actriz, que ha conquistado al público con A tu vera y Poros abiertos, dos producciones dirigidas por Juan Carlos Sánchez, le tocó también ayer hacer un ejercicio con el texto de Chejov.

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"Habla de los niños como si fueras la única madre del mundo, la única que ha parido". "Fuera la pretenciosa". Miguel Narros no cesa de darle indicaciones a Lola Botello. Es la primera vez que hacen la escena.

"En el CAT se ha insistido mucho en la máscara, pero es un arma de doble filo. Tiene que aparecer de dentro hacia fuera, no al revés", dice el director que en 1959 creó Teatro Estable de Madrid en el que se formó gente como Ana Belén o José Carlos Plaza, entre otros. "En los últimos diez años, los actores andaluces han cambiado mucho. Antes había gente más inútil para enfrentarse a un texto, ahora los actores son mucho más capaces", añade Miguel Narros.

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