Entrevista:Última jornada de LigaFRAN - EL CAPITÁN DEL DEPORTIVO

"La decepción del 94 no la olvidaré ni con este título"

Aquella herida no se olvida. Eran años de juventud y alegría, de una pasión por el fútbol que no ha cesado, pero que ahora está atemperada por el paso del tiempo y por las decepciones que han abierto cicatrices. Fran, de 30 años, no ha tenido duda alguna de que el Deportivo ganaría esta Liga. Lo sabía, y basta. Y es algo que le hace feliz. Ya tiene un título que corona una carrera que comenzó cuando era un juvenil elegante y astuto, un zurdo del que se habló muy pronto y del que todavía se habla con admiración. Pero la herida no se borra. Con una resignación bien gallega recuerda aquella noche...

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Aquella herida no se olvida. Eran años de juventud y alegría, de una pasión por el fútbol que no ha cesado, pero que ahora está atemperada por el paso del tiempo y por las decepciones que han abierto cicatrices. Fran, de 30 años, no ha tenido duda alguna de que el Deportivo ganaría esta Liga. Lo sabía, y basta. Y es algo que le hace feliz. Ya tiene un título que corona una carrera que comenzó cuando era un juvenil elegante y astuto, un zurdo del que se habló muy pronto y del que todavía se habla con admiración. Pero la herida no se borra. Con una resignación bien gallega recuerda aquella noche de mayo. La recuerda como si le sirviera para evitar las euforias banales. Aquella noche de 1994 le ha puesto de frente a las contingencias del fútbol y de la vida. "La decepción del 94 no la olvidaré ni ganando la Liga este año. Sabía lo que significaba aquel campeonato para el equipo, para la afición. Pasan los años y te das cuenta de lo que has perdido. El sufrimiento fue muy grande", confesaba Fran en las vísperas del partido con el Espanyol.Si por algo deseaba conquistar la Liga es por la hinchada, "por la gente", como él dice. "Sufrió mucho por todo aquello", asegura Fran, sin atreverse a nombrar lo que sucedió en la noche de autos. Djukic falló un penalti en el último minuto y el error evitó el triunfo del Deportivo en la Liga 93-94. La jugada ha quedado para la historia como un momento de insuperable fatalidad. Fran lo recuerda como una pesadilla. "Encima, tuvimos que acudir a una cena. A nadie le apetecía, pero fuimos. Fue tristísimo". Hombre cabal, ajeno a cualquier extremismo, famoso por su carácter retraído, Fran habla de todo aquello como un sueño roto. Lo comenta cuando el fútbol le ofrece una grandiosa reparación: el título que tanto ha perseguido. Cuando se refiere a las diferencias entre la Liga que perdieron y la que acaban de ganar, Fran ofrece una reflexión juiciosa: "Entonces éramos muy queridos; ahora somos más respetados".

Fran considera que el fútbol restituye algo al Deportivo con esta victoria en la Liga. "Es bueno porque rompe con una parte dañina del pasado". Todos los comentarios de Fran invitan a creer que piensa como juega, con un sentido cartesiano y sencillo de la vida y del fútbol. Un cartesiano tímido y gallego que no se permite demagogias. Pero si en el campo se puede disfrutar de la pureza de su estilo, fuera de los partidos cuesta escucharle. Le disgusta la relación con la prensa, a la que atiende con educación pero poco efusivamente. "Nunca me gustó salir en los periódicos. Y sigue sin gustarme. Generalmente me escapo por una portezuela de Riazor. No me siento cómodo delante de los periodistas". Sin embargo, las conversaciones con Fran son más que interesantes. Habla de sí mismo sin ninguna petulancia, con un punto de descreimiento que lo mismo le sirve para poner en perspectiva su carrera, que para enjuiciar su forma de jugar. "Hace poco, frente a Italia, enseguida comencé a buscar al delantero y al medio punta, un poco por el estilo actual del Deportivo, que es bastante directo. De repente, Guardiola me dijo: 'Tranquilo, pasa atrás'. Tenía razón. Así es como se tiene que jugar". La anécdota retrata el carácter reflexivo de un jugador que ha hecho época en el Deportivo y que no lo ha logrado en la selección. A pocos días de comenzar la Eurocopa, donde se le tiene por seguro en el equipo español, Fran no ha disputado nunca una Copa del Mundo o un Campeonato de Europa. Ni tan siquiera tuvo la oportunidad de disputar los Juegos Olímpicos de Barcelona. "Nací un 14 de julio, y por apenas 15 días no pude participar en los Juegos".

Aceptó resignadamente, con un silencio igual de elegante que su juego, su condición de postergado por Clemente. "Fue molesto verme metido en aquel tema. Cuanto más decían que tenía que ir, menos iba. Sufrí de verdad. Y cuando me llamaba para la selección, me sentía obligado a demostrar más de lo que debía. Jugaba tenso. Lo cierto es que me jodía todo aquello". En varios momentos de la era Clemente, el nombre de Fran, como el de Guardiola, fue utilizado como bandera para discutir las decisiones del seleccionador. En Fran se representaba un ideal de futbolista que coincidía con el aprecio mayoritario de los aficionados. Él dice que no guarda rencor a Clemente, y hasta le agradece las atenciones que le dispensó cuando comenzó su rosario de lesiones, pero proclama que sus preferencias futbolísticas son otras. "Me gustaba el Barça de Cruyff", señala Fran, "y hasta el de Van Gaal también: disfruté como un loco del partido frente al Chelsea". Y añade: "A mí lo que me gusta es que triunfe el fútbol". Por eso sueña con la próxima Eurocopa. En la selección de Camacho, Fran se ha reencontrado con un estilo de fútbol que le remite a la infancia por su capacidad para disfrutarlo. "Cuando voy a la selección, siento algo del niño que fui. Lo que más me alegra es la posibilidad de pasar un buen rato. Si sufres y sufres con el fútbol, acabas por detestarlo. Y claro, aquí te encuentras con Guardiola, Valerón y Raúl, y casi juegas de memoria, porque todos estamos en la misma onda".

La referencia a la infancia de Fran no es casual. Se vuelve más expresivo cuando rememora los partidos en la escuela, los duelos con su hermano José Ramón, las reprimendas de su madre, que le pedía más dedicación a los estudios. "Y eso que fui un buen estudiante hasta que me fichó el Depor". Pero el fútbol siempre fue prioritario. Nació en julio de 1969, en Frions, un pueblo de 100 habitantes situado a 120 kilómetros de A Coruña. Su padre laboraba en un pesquero durante ocho meses al año. De ahí, la tutela de la madre con los estudios y su fastidio por las incontables horas que dedicaban Fran y su hermano José Ramón al fútbol y por las muchas zapatillas rotas. "Casi estábamos obligados a ser futbolistas porque enfrente de mi casa estaba el campo del Ribeira, que militaba en Tercera División. No había otra cosa en el pueblo. No recuerdo una cancha de baloncesto, ni una pista de tenis. Sólo el campo de fútbol". De aquella época no olvida la satisfacción que le procuraba el fútbol y las discusiones con José Ramón, madridista empedernido. Quizá como respuesta, Fran salió culé.

Precoces ambos, terminaron por jugar en el Carreira, de la Tercera. "Éramos muy pequeños. Cuando nos enfrentábamos a los equipos de Santiago, parecía que medían dos metros. Allí aprendimos a sobrevivir a base de habilidad, porque te encontrabas con gente de 30 años que te doblaba en peso y edad". A quien menos pasaron inadvertidas las proezas de Fran fue a su hermano, que había ingresado en el Deportivo. Un día, José Ramón comentó en el club que su hermano "jugaba muy bien". Le hicieron una prueba y se ha quedado hasta ahora. Vivió los duros tiempos de la Segunda División, el ascenso y las memorables temporadas con Arsenio. "Me decían que lo iba a tener complicado para entrar en el equipo. Todo el mundo creía que Arsenio sólo confiaba en los veteranos. Luego ocurrió todo lo contrario". De Arsenio habla con respeto y un punto de ternura. "Le gustaba mucho el orden. Resultaba gracioso verle en los entrenamientos con un balón entre los brazos. No te volvía loco. Te daba tres consejos para el juego de ataque y otros tres para el defensivo". Fueron tiempos formidables. Llegaron Mauro, "que era como una roca", y Bebeto, al que tiene por insuperable en el área. Tiempos en los que Fran alcanzó un protagonismo indiscutible. Le pretendía el Barcelona y llegó a firmar un contrato con el Madrid. "Me hubiera gustado jugar en uno de los dos. Todo es más fácil cuando juegas en los grandes equipos. Pero uno no sabe por qué no fiché por ninguno de los dos. Yo le echo la culpa a Lendoiro, que nunca ha querido dejarme marchar".

Lo dice a modo de apunte, pero sin amargura. Fran sabe lo sinuoso que es el fútbol, las alegrías y decepciones que provoca, la posibilidad de las lesiones, que en su caso han estropeado los últimos años de su carrera, hasta el punto de que se hablara de Fran en tiempo pasado, como si nunca pudiera regresar al estado que le convirtió en un jugador admirable.

Fran volvió de una lesión de abductores, y de una necrosis en uno de los ligamentos de su rodilla. Volvió sin armar ruido, como requiere su talante silencioso, un regreso que le ha devuelto a la primera plana del fútbol: el Deportivo acaba de proclamarse campeón, y ahora a Fran le espera la Eurocopa, donde quiere disfrutar por todo lo que le quitaron anteriormente. Corren días felices para un jugador maravilloso, bandera del Deportivo en los malos y en los buenos tiempos. Estos son formidables, aunque no tanto como para cerrar la herida de aquel campeonato que se perdió en mayo de 1994. Eso es lo que dice Fran.

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