Entrevista:AMIGOS Y VECINOS ÒSCAR NEBREDA DIBUJANTE

"La gente ya sólo habla de lo que ve por la tele" RAMÓN DE ESPAÑA

Pregunta. Este fin de semana toca salón del cómic. ¿Ya tenéis preparado el chiringuito?Respuesta. Este año hemos hecho una especie de convento y... La verdad es que me parece que cada vez pintamos menos ahí dentro. Tanto superhéroe, tanto manga...

P. Pero seguís vendiendo más de 80.000 ejemplares, una cifra insólita para cualquier producto ligeramente emparentado con el mundo del cómic.

R. Porque El Jueves es una revista de humor, no un tebeo.

P. Una revista de humor que podría ser un poco más bestia, ¿no?

R. Al público ya le gusta...

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Pregunta. Este fin de semana toca salón del cómic. ¿Ya tenéis preparado el chiringuito?Respuesta. Este año hemos hecho una especie de convento y... La verdad es que me parece que cada vez pintamos menos ahí dentro. Tanto superhéroe, tanto manga...

P. Pero seguís vendiendo más de 80.000 ejemplares, una cifra insólita para cualquier producto ligeramente emparentado con el mundo del cómic.

R. Porque El Jueves es una revista de humor, no un tebeo.

P. Una revista de humor que podría ser un poco más bestia, ¿no?

R. Al público ya le gusta cómo es. Hoy en día, si quieres ciscarte en el presidente del Gobierno te basta con enviar una carta a los diarios, donde es muy probable que la publiquen. Nuestros lectores prefieren las bromas sobre la actualidad.

P. Y las facetas más cutres de la actualidad tú las dominas. Conservo una imagen tuya de hace muchos años que me llegó al alma: estabas sentado a una mesa, dibujando, fumando un puro, bebiendo una copa de coñac nacional, escuchando la emisora de radio más repugnante que habías podido encontrar y tarareando feliz sus infames coplas...

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R. Sigo escuchando esas emisoras. Chico, la verdad es que me divierto más con Justo Molinero y María Teresa Campos que con los muermos de Catalunya Ràdio, qué quieres que te diga... Llevo toda la vida escuchando la radio y a ella le debo mi educación sentimental. A mí siempre me han gustado las canciones de Juanita Reina, Juanito Valderrama, Pepe Pinto... Y claro, hubo una época en que si lo reconocías en voz alta te caía el sambenito de hortera. Menos mal que Vázquez Montalbán salió en su defensa. Entonces todos los progres que se reían de mí me pedían prestados mis discos. ¡Hay que joderse! Si yo hablo bien de Juanito Valderrama soy un hortera, pero si lo hace Manolo es cultura...

P. Supongo que a tus padres les gustaba esa música.

R. Por supuesto. Mi padre era un militar extremeño y mi madre una señora aragonesa. Vivíamos en el Gòtic y hacíamos vida de barrio. Yo me pasaba el día en La Rambla y atravesar la calle del Carmen para llegar al instituto me familiarizó desde pequeño con las facetas, digamos, más sórdidas de la existencia. Las putas, los bailes y el cutrerío siempre me han resultado muy familiares... ¿Te acuerdas de cuando a los progres les dio por ir a La Paloma? Pues yo ya lo había hecho un montón de años antes, cuando aquello era pasto de raspas y soldados.

P. Como observador de este disparate que se conoce como la España contemporánea, ¿nunca se te ha congelado la sonrisa y te han entrado ganas de llorar?

R. Lo llevo bien. Lo bueno de este oficio es que no hace falta inventar nada. Te pagan por mirar y sacar tus consecuencias, que siempre son demoledoras. A mí me divierte el cutrerío, y además es difícil hacer humor con la alta cultura. ¿A quién le importa que a mí me guste el jazz y que pida por Internet los discos de Jason Rebello? La cultura es una cosa privada. Yo, a veces, después de ver cuatro películas horrendas de esas que se supone que hay que ver, llego a casa y me pongo en el vídeo... pues no sé, el larguísimo travelín inicial de Sed de mal, por ejemplo. Y me voy a dormir más tranquilo, pasmado ante lo bueno que era Orson Welles.

P. Y eres capaz de compaginar tu cinefilia con la pasión por el fútbol.

R. Cuidado, que a mí lo que realmente me divierte del fútbol es todo lo que lo rodea, que es un sainete, macho. Recuerdo haber ido invitado al palco y ver cómo Núñez y los demás jefazos se iban a papear a los 20 minutos a la zona noble pasando de todo: del partido, del socio y de esa afición que sufre. Vaya plan, ¿no? Ahora no puedo ver esas cosas porque ya no me invitan: estoy vetado en el Camp Nou. Se ve que ya no les hago gracia.

P. ¿Crees que es normal que una ciudad premie al hombre que le ha destrozado sus esquinas con la presidencia del club de fútbol que la representa?

R. Mi teoría sobre los presidentes de clubes de fútbol es que no tienen bastante con amasar millones. También quieren respeto y consideración social. Es gente que a base de tesón, esfuerzo y, probablemente, algunos mangoneos turbios se ha hecho rica. Entonces se agarran al fútbol para... No sé, para ser alguien, para tener siempre mesa en el Via Veneto y que Pujol les palmee el lomo en la chocolatada del día de Sant Jordi, a la que, por cierto, no me han invitado nunca.

P. Tranquilo, es tan aburrida como el Gran Hermano.

R. A eso se está enganchando todo el mundo, ¿no?... Yo aún recuerdo la época en la que la gente se reunía y hablaba de política, de fútbol, de mujeres... no sé, de algo relacionado con la realidad. Ahora ya sólo se habla de lo que se vio la noche anterior por la tele. Lamentable, ¿no?

P. Algunas de tus historietas son muy crudas bajo su apariencia inofensiva. ¿Nunca se te ha cabreado nadie?

R. Bueno, durante el franquismo me pasaba la vida yendo a juicio. Creo que llegué a contabilizar 66. Ahora lo que pasa es que nadie se da por aludido. Tú haces una historieta sobre esos tíos que cuando llega el verano se ponen la camiseta imperio, la chancla y el slip ese que se les sale un huevo por el lado y todos los que pertenecen a ese grupo se creen que estás hablando de su cuñado, de un amigo, de un colega de la oficina. Es estupendo: te ríes de ellos y ellos se creen que te ríes de su vecino.

P. Lo tuyo es la antropología, Oscar.

R. Hablo de lo que veo en la calle. Mi amigo Ivà hacía lo mismo.

P. Un tipo contradictorio, ¿no? Conozco gente que le quería mucho y gente que le detestaba.

R. Era un trozo de pan que disfrazaba su timidez con la arrogancia. Un gran tipo. Lástima que siempre estuviera obsesionado por la revolución: se llamaba Ramon Tossas y se puso Ivà en homenaje a Iván el Terrible. El tío siempre tenía inspiraciones. Una vez le dio por irse a Londres para impregnarse de cultura anglosajona y se tiró un año yendo a comer fabada a la Casa de España. Volvió casado con la cocinera de la Casa de España y sin hablar ni papa de inglés. Era de los que no se compraban un coche para no parecer un capitalista... Y cuando tuvo uno se estrelló con él y murió. ¡Menudo sarcasmo!

Vicens Gimenez

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