Entrevista:MIGUEL ÁVILAPROFESOR Y POETA

"El amor sigue siendo irrenunciable en la poesía"

Profesor de Lengua y Literatura, Miguel Ávila (Granada, 1952) no se conforma con destripar la poesía para luego enseñarla a sus alumnos. También la escribe. Residente en el pueblo costero de Salobreña, Miguel Ávila, vecino y amigo del dramaturgo José Martín Recuerda, acaba de publicar Aguas salobres, su segunda obra, en la lujosa editorial Alhulia. "Francotirador del verso", como él mismo se autodefine, Ávila ha poblado su libro de asuntos recientes, como el sida, los torturadores, la incertidumbre o la rabia.Pregunta. ¿Cuánto tiempo ha estado dedicado a este libro?

Respuesta. La verdad...

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Profesor de Lengua y Literatura, Miguel Ávila (Granada, 1952) no se conforma con destripar la poesía para luego enseñarla a sus alumnos. También la escribe. Residente en el pueblo costero de Salobreña, Miguel Ávila, vecino y amigo del dramaturgo José Martín Recuerda, acaba de publicar Aguas salobres, su segunda obra, en la lujosa editorial Alhulia. "Francotirador del verso", como él mismo se autodefine, Ávila ha poblado su libro de asuntos recientes, como el sida, los torturadores, la incertidumbre o la rabia.Pregunta. ¿Cuánto tiempo ha estado dedicado a este libro?

Respuesta. La verdad es que este libro no tiene edad. En cierto modo, la gestación de este libro la he venido forjando desde siempre. Luego, técnicamente, lo hice a lo largo del año pasado.

P. ¿Por qué Granada siempre ha dado tantos poetas?

R. Yo no creo que sea una cosa de Granada solamente. Creo que es algo que pasa en todas las ciudades del país: le das una patada a una piedra y te salen un guardia civil y diez poetas. Eso sí, el guardia civil siempre está apostado detrás de la piedra.

P. ¿De qué trata su libro? ¿Tiene una temática común?

R. Ya lo dijo una vez Jaime Gil de Biedma: "En mi poesía no hay más que dos temas, el paso del tiempo y yo". A mí me sucede algo parecido. Creo que la temática es sobre el escepticismo, el desasosiego y la desolación, aunque también hay ternura, ironía y esperanza.

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P. Antiguamente, los hombres de éxito eran los poetas. Eran a quien la gente seguía y admiraba. Hoy son los cantantes. ¿No le ha tentado escribir canciones en lugar de poemas?

R. Es curioso, pero al final de mi libro escribo una especie de texto en prosa autobiográfico titulado Yo siempre quise ser cantante. Lo cierto es que sí, que quienes hoy tienen seguidores son los cantantes. Me anoto la sugerencia para mi próxima reencarnación.

P. En los poemas se vislumbra, además de escepticismo, también mucho de ironía...

R. Es un fórmula para fijar una somera radiografía de mi entero ser de poeta, un desnudarme íntegramente por los cuatro puntos cardinales de la sangre. Octavio Paz dijo que poesía es echar afuera lo interior y lo secreto, mostrar las entrañas. Supongo que la ironía va incluida en eso.

P. Pero, además, habla mucho del amor...

R. Por supuesto. El amor sigue siendo irrenunciable en la poesía, y en este libro tiene muchas caras, la del dolor, la de la ausencia, la de la traidicón, la del gozo desesperado de los cuerpos, la del deseo que nos atormenta.

P. ¿Y qué cara le gusta más?

R. La del gozo desesperado.

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