Reportaje:

Danza y palabras sobre John

John Kovach era un fontanero sin experiencia en el teatro cuando una noche se lanzó a bailar en solitario unas improvisaciones en el Dance Space de Nueva York. El actor y dramatugo catalán Tomás Aragay estaba allí y quedó fascinado. El intérprete carecía de técnica, pero su forma de expresarse acabó haciéndole llorar. "Fue un solo extraño, la primera actuación en público de su vida, mal bailado y con música clásica", recuerda Aragay. De aquel encuentro fortuito salió una coreografía, John Kovach, state of emergency, que se presentó ayer en La Fundición, en Bilbao, y hoy vuelve a representarse....

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John Kovach era un fontanero sin experiencia en el teatro cuando una noche se lanzó a bailar en solitario unas improvisaciones en el Dance Space de Nueva York. El actor y dramatugo catalán Tomás Aragay estaba allí y quedó fascinado. El intérprete carecía de técnica, pero su forma de expresarse acabó haciéndole llorar. "Fue un solo extraño, la primera actuación en público de su vida, mal bailado y con música clásica", recuerda Aragay. De aquel encuentro fortuito salió una coreografía, John Kovach, state of emergency, que se presentó ayer en La Fundición, en Bilbao, y hoy vuelve a representarse. Con esa obra, Aragay compitió en los Encuentros Coreográficos Internacionales de Seine-Saint-Denis, en los que han participado 160 proyectos de 27 países, y consiguió uno de los premios, dotados con 100.000 francos franceses (dos millones y medio de pesetas).

John Kovach, state of emergency no es una coreografía al uso. "Es muy teatral", advierte su autor. "Todo es lícito para llevar al espectador a un viaje emocional". La obra de Aragay salta por encima de los parámetros convencionales de la danza contemporánea, mezcla los géneros y utiliza la palabra. "Sólo la abstracción del lenguaje del cuerpo en movimiento no me interesa. La palabra es una puerta hacia un mundo más concreto, y al hablar también el cuerpo está en marcha".

John Kovach es el protagonista de la coreografía que lleva su nombre; el personaje es él mismo. A su alrededor, cuatro bailarines fracasan en el intento de conocer la vida de Kovach. "Es una biografía fallida, porque John se negó a contarla; cree que no es interesante", asegura el autor. El resultado es una reflexión, cómica y tierna a la vez, sobre el respeto a la intimidad y el vacío que provoca no hablar sobre la propia vida. "Hay quien habla de la vida, pero no la vive. Todo se queda en el plano de la palabra".

Aragay quiere recrear la forma de entender la realidad de Kovach, captar lo que el coreógrafo llama "una mirada de niño" sobre lo que le rodea. "El espectáculo es una oda a todos aquellos que todavía creen que con esta mirada ingenua y desnuda de prejuicios se pueden enfrentar al mundo", dice. "El universo de John, lleno de fantasía e ingenuidad, no está de moda. Llama a las cosas por su nombre, acepta las propias emociones sin esconderlas y cree que con cuatro cosas se puede ser feliz".

Aragay fue cofundador, junto a Roger Bernat, de General Eléctrica, un centro barcelonés en el que trabajan en la producción de espectáculos una treintena de personas. Coreógrafos y bailarines del grupo se turnan en la creación de los montaje y en la interpretación, en un constante intercambio de ideas .

Aragay y la compañía viajarán a Francia en mayo para dar a conocer la obra y recoger el premio. El dinero es, en teoría, para financiar una nueva producción. En la práctica, Aragay lo repartirá entre saldar deudas, compensar al equipo y seguir construyendo la compañía.

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