30ª Jornada de Liga

El Atlético, en alerta roja

El Numancia humilla en Los Pajaritos a un equipo rojiblanco inmóvil y desganado

Atascados en medio de una línea de presión, sin el balón, sin calma, sin apenas ideas para salir del avispero; encerrados en la caja de ruidos que probó ser el estadio de Los Pajaritos, entre la bóveda de listones de madera y el césped, los jugadores del Atlético debieron sentirse abrumados ante lo que se apareció como una evidencia a los ojos de los alborozados aficionados del Numancia: que cuando la situación es límite, cuando el descenso a Segunda División toma forma, no sobrevive el más dotado de talento sino el que sabe convivir con el peligro. Esa fue la distancia que separó a un equipo ...

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Atascados en medio de una línea de presión, sin el balón, sin calma, sin apenas ideas para salir del avispero; encerrados en la caja de ruidos que probó ser el estadio de Los Pajaritos, entre la bóveda de listones de madera y el césped, los jugadores del Atlético debieron sentirse abrumados ante lo que se apareció como una evidencia a los ojos de los alborozados aficionados del Numancia: que cuando la situación es límite, cuando el descenso a Segunda División toma forma, no sobrevive el más dotado de talento sino el que sabe convivir con el peligro. Esa fue la distancia que separó a un equipo del otro. El Atlético salió al césped de Soria sumido en la incredulidad, agarrotado por un miedo cerval. El Numancia jugó a sobrevivir, y se comió a su contrincante a fuerza de balones bombeados y cabezazos a discreción.Además de perder la pelota, el Atlético perdió terreno en todos los órdenes del juego. Perdió en los balones altos. Perdió en los balones divididos. Perdió en los marcajes. Defensivamente fue un caos. Nadie en el Atlético parecía tener noticias de las tremendas condiciones de los delanteros del Numancia para cabecear las faltas y los saques de esquina. Una coyuntura que Chispa Delgado aprovechó para evocar al póster tópico de Michael Jordan volando en solitario hacia la gloria. En la empresa le ayudó Iñaki, su colaborador más cercano, que le abasteció de centros cada vez que quiso. Chispa, un delantero que hace un año fatigaba en el banquillo de Nacional de Montevideo, se limitó a estirar el cuello a la salida de un córner, a los pocos minutos del arranque. Fue gol. Luego repitió la operación en una falta (convenientemente lanzada por el escurridizo Iñaki), cuando mediaba el segundo tiempo. Así anotó el segundo gol.

NUMANCIA 3-ATLÉTICO 0

Numancia: Núñez; Jaume, Soria, Iván Rocha, Octavio; Iñaki (Moreau, m.42), Nagore, Castaño, Pacheta; Chispa Delgado (Barbu, m.66) y Ojeda (Rivera, m.38).Atlético: Molina; Mena (Hugo Leal, m.45), Ayala, Gamarra, Capdevilla; Aguilera, Bejbl (Roberto, m.76), Valerón, Solari (Lardín, m.61); Kiko y Correa. Goles: 1-0. M.10 Chispa Delgado, a la salida de un córner. 2-0. M.55, Chispa Delgado tras saque de falta de Iñaki. 3-0. M. 37, Barbu, a pase de Iñaki. Árbitro: Japón Sevilla. Amonestó a Pacheta y Solari. Expulsó a Ayala. Estadio de Los Pajaritos, lleno por segunda vez en la temporada (9.500 espectadores).

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El Atlético no defendía ni atacaba. No hacía nada bien. El aislamiento de los delanteros del Atlético fue un síntoma. Bejbl, una causa de la desventura de todo su equipo. Porque a partir de Bejbl, el Atlético perdió la pelota, y cualquier posibilidad de dirigir un ataque constante contra el marco de Núñez. Desde el principio, los jugadores con mejores condiciones para manejar el juego quedaron marginados. Valerón se borró. Kiko, en muy baja forma física, malvivió arrinconado contra el pecho de Iván Rocha, que fue un muro y una fuente de claridad para sacar el balón desde atrás.

Lo de Solari, uno de los hombres más incisivos del Atlético, se convirtió en una carrera de obstáculos cada vez que recibió el balón, con uno, dos y tres contrarios por delante y a años luz de la línea de fondo. Se diría que el campo se le hizo demasiado chico a Bejbl, que robó todos los balones del mundo y después los mandó a la grada. No hubo pases suyos a los extremos, en condiciones propicias para un desborde.

"¡Que bote Pajaritos!", bramaba el estadio después del segundo gol. El alborozo fue general. Cuando Barbu metió el tercero, la afición se consideró salvada: "¡Numancia es de Primera!". Y cruzado de brazos, con el rostro descompuesto por los gestos airados, el técnico del Atlético, Radomir Antic, hizo cambios desesperados para achicar el agua de una barca agujereada por los cuatro costados. Su gesto más trascendental fue quitar a Bejbl para meter a Valerón y al defenestrado Hugo Leal en el medio centro. Fue una decisión atinada que Antic enturbió al retirar a Solari de la banda izquierda para dar paso a Lardín, un jugador intrascendente esta temporada.

Con ese orden, el Atlético mantuvo el tipo. Recuperó el balón, abrió un poco más el campo, y ganó en profundidad. El problema es que ya todo daba igual. Como dio igual que fuera Barbu en lugar de Chispa el que recibiera otro pase de gol -siempre de Iñaki, un extremo notable- para marcar el tercero del Numancia, que para entonces volaba hacia la permanencia.

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