Sólo cuatro minutos sin silbidos

Cuatro minutos, ni uno más. Ése fue el tiempo que tardó parte del público del Bernabéu en emitir sus primeras quejas. Cuatro minutos que transcurrieron entre la salida al campo del equipo, recibido con aplausos, y la primera intervención de Guti, convertido ya, parece que de forma definitiva, en la víctima favorita de ciertos seguidores del Madrid, que se han reafirmado en sus pensamientos tras lo ocurrido ante el Rosenborg, cuando Guti fue expulsado. Pero no sólo la tomó el público con el cenrtocampista blanco en el primer tiempo, que fue cuando más arrecieron las protestas. Porque McManaman ...

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Cuatro minutos, ni uno más. Ése fue el tiempo que tardó parte del público del Bernabéu en emitir sus primeras quejas. Cuatro minutos que transcurrieron entre la salida al campo del equipo, recibido con aplausos, y la primera intervención de Guti, convertido ya, parece que de forma definitiva, en la víctima favorita de ciertos seguidores del Madrid, que se han reafirmado en sus pensamientos tras lo ocurrido ante el Rosenborg, cuando Guti fue expulsado. Pero no sólo la tomó el público con el cenrtocampista blanco en el primer tiempo, que fue cuando más arrecieron las protestas. Porque McManaman también ha perdido el favor de muchos de los que antes le adoraban.Pero el hecho de que la grada se pusiera de uñas desde el inicio, aunque al final se mostró indiferente, pudo obedecer a lo ocurrido muchos minutos antes de que diera comienzo el choque, cuando al Madrid se le presentó el primer conflicto, éste inesperado. Ocurrió que el sistema informático de venta de entradas se vino abajo, lo que en otro partido de mayor expectación hubiera supuesto un problemón. El Madrid optó por sacar a la venta las entradas sin numerar, al precio de 3.000 pesetas. Con ellas se podía acceder a cualquier asiento de la zona alta del estadio, fuera ése su precio o no. La entrada que costaba 4.500 disminuyó así su precio. La medida, que a muchos les pareció de lo más acertada, no gustó sin embargo a todo el mundo, pues hubo gente que no estaba dispuesta a ocupar una localidad tan alejada del césped. El asunto no pasó a mayores, pero quizá provocó que algunos se sentaran en su butaca con ganas de pagarla con alguien. Con Guti, a ser posible.

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