Entrevista:DIEGO GADIRPINTOR

"Mi relación con los críticos parece de sábanas y mesita de noche"

,La retrospectiva que el pasado año se dedicó en su ciudad natal a Diego Gadir (Cádiz, 1965) supone el espaldarazo definitivo para un artista tan serio en su trabajo como pulcro en la presentación de éste al público. Premiado por la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla, Caja Madrid y la Fundación Barceló, entre otras instituciones, su producción está representada en una docena de fondos pictóricos de España y Francia. Ha publicado también poemas, relatos y piezas dramáticas breves.

Pregunta. ¿Hasta qué punto importa a un artista llevarse bien con los políticos?

Respuesta. Cre...

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,La retrospectiva que el pasado año se dedicó en su ciudad natal a Diego Gadir (Cádiz, 1965) supone el espaldarazo definitivo para un artista tan serio en su trabajo como pulcro en la presentación de éste al público. Premiado por la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla, Caja Madrid y la Fundación Barceló, entre otras instituciones, su producción está representada en una docena de fondos pictóricos de España y Francia. Ha publicado también poemas, relatos y piezas dramáticas breves.

Pregunta. ¿Hasta qué punto importa a un artista llevarse bien con los políticos?

Respuesta. Creo que cuanto más separados estén, mejor. Pero un alcalde es el cabeza de familia del hogar, y cuando no está presente es porque está haciendo algo cochino. Casualmente, a los alcaldes del PP no les he visto el pelo en ninguna de mis últimas exposiciones, lo que demuestra que no están con la cultura. Por eso adoro a la Reina, que ha tenido tres momentos libres para entregarme una medalla.

P. Muchos de sus compañeros incorporan la tecnología a su trabajo. ¿Se ve usted pintando con ordenador?

R. Yo no sé manejar ni el teléfono móvil. Soy exageradamente primitivo, y en la pringue pictórica me encuentro como un cochino en un charco. Soy feliz con mi mundo y me aterra todo eso: no me quiero enterar de que cruzamos de un milenio a otro.

P. No obstante, se le sabe minucioso con el montaje de las exposiciones y los catálogos...

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R. Estoy convencido de que es herencia de mi padre, que es el tipo más pinturero, pulcro y acicalado que existe, y de mi madre, obsesiva con el orden y la limpieza. En cuanto a los cuadros, no soporto dejarlos sin marco: es más, me gustan los grandes, los del lumbago.

P. ¿Se siente pintor de éxito?

R. Tengo la suerte de que el público conecta con mi obra como con George Michael. Van a las exposiciones, me piden firmas... Incluso tengo fans que me gritan a la puerta de casa. Aunque ninguna entra.

P. Se habla mal de los galeristas, ¿mantiene usted buenas relaciones con ellos?

R. Hoy por hoy son la lancha salvavidas de un enorme naufragio.

P. ¿A qué se refiere?

R. Al naufragio del arte, sumido en una larga crisis de valores. El galerista es un aventurero que se pela el bolsillo defendiendo una idea peregrina y a menudo estéril.

P. ¿Y los críticos?

R. Parece mentira que nunca me hayan hecho unas críticas negativas, ni siquiera en mis comienzos. He tenido, pues, más suerte que Plácido Domingo con su primer Otelo. Mi relación con los críticos parece de sábana y mesita de noche. De gorrito y orinal.

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