Dimite el presidente de British Airways en medio de fuertes críticas por las pérdidas de la compañía

Bob Ayling cedió a meses de presión interna y externa y dimitió ayer de su puesto al frente de British Airways (BA), que ocupaba desde 1996. Las acciones del líder británico en aviación civil, socio industrial de Iberia, se revalorizaron un 15% tan pronto como se supo de la inesperada salida del director ejecutivo. No obstante, al cierre de la jornada, los acciones sólo avanzaron un 3,33%. El actual presidente, Lord Marshall, toma las riendas del negocio hasta la elección del sucesor de Ayling.El cerco de críticos de Ayling se cerró ayer finalmente forzando la dimisión de un director ejecutivo...

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Bob Ayling cedió a meses de presión interna y externa y dimitió ayer de su puesto al frente de British Airways (BA), que ocupaba desde 1996. Las acciones del líder británico en aviación civil, socio industrial de Iberia, se revalorizaron un 15% tan pronto como se supo de la inesperada salida del director ejecutivo. No obstante, al cierre de la jornada, los acciones sólo avanzaron un 3,33%. El actual presidente, Lord Marshall, toma las riendas del negocio hasta la elección del sucesor de Ayling.El cerco de críticos de Ayling se cerró ayer finalmente forzando la dimisión de un director ejecutivo que llevó a BA desde las altas cotas hasta el agujero financiero. Los analistas proyectan pérdidas para el último ejercicio por encima de los 200 millones de libras (unos 55.000 millones de pesetas) desde la caída de beneficios en el último trimestre de 1999. Será la primera vez que el grupo británico entra en números rojos desde su privatización hace más de una década. "Los útimos cuatros años han sido duros y estimulantes", dijo al anunciar su dimisión.

Con la subida de las acciones del grupo aéreo, los inversores demostraron la satisfacción de ver salir a un alto ejecutivo, abogado de profesión, que venía perdiendo la confianza en todos los frentes. Durante su gestión, los títulos de BA se han depreciado un 40%, hasta alcanzar la compañía una capitalización actual en torno a los 3.000 millones de libras (más de 800.000 millones de pesetas).

Ayling se enfrentó en 1997 a una huelga de personal de vuelo, que costó unos 125 millones de libras a la compañía y contribuyó al malestar general de toda la plantilla. Provocó después a la clase política, a Margaret Thatcher, entre ellos, al sustituir la bandera británica de las colas de la flota por símbolos más acordes con el perfil del líder mundial en vuelos internacionales. El director ejecutivo dio marcha atrás en su frustrada visión estética sin poder impedir que Richard Branson, propietario de Virgin, se apropiara del logo nacional en un golpe publicitario. Fue uno de los sucesivos ajustes de cuentas contra el que se tiene como el arquitecto de la guerra de BA contra Virgin Atlantic.

En los últimos años, los planes de Ayling han tropezado con muros infranqueables. Se salva de la criba su participación en la privatización de Iberia y la nueva estrategia de enfocar los servicios de BA hacia la clase preferente y de lujo, promovida por el dimitido ejecutivo y confirmada ayer por la junta directiva.

"El trabajo duro está hecho y BA está en una buena posición para continuar siendo la aerolínea líder internacional en una industria crecientemente competitiva", señaló en un comunicado. Para preservar posiciones en el mercado, BA reduce desde el año pasado capacidad en sus vuelos, que parten en aviones de menor tamaño, y mejora los servicios para atraerse a la clientela corporativa o al pasajero de élite. Al mismo tiempo, Ayling puso en marcha una agresiva política de control de gastos que ha permitido ahorros de hasta 1.000 millones de libras.

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